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Pagarse una final

Ir de final sale caro. Que se lo digan a los athleticzales que fueron el año pasado a Sevilla o a los que nos tragamos las cuatro citas anteriores, mucho más infructuosas. El fútbol es un lobo para el hombre, que diría Thomas Hobbes, y la euforia propicia el derrame de lo que se tiene -y a veces hasta de lo que no- bolsillos abajo. No me sumo a la polémica sobre precios en Bilbao. Si los aficionados ingleses vienen a beber más barato a la península, esta vez no va a ser excepción. Pídanse una pinta en Londres o Manchester... Y la gastronomía y fonda locales, ídem. Así que sus facturas no me causan más congoja que las mías.