Hace ahora cinco años nos pilló el confinamiento. Lo vivimos con dramatismo, con angustia y con miedo. Era algo desconocido, impensable. Ahí vimos lo mejor y lo peor de nosotros y de la gente. Quienes sobrevivimos, lo recordamos como un paréntesis en nuestra vida, como un lapsus de memoria. Durante aquel aislamiento social nos inventamos un mundo irreal en nuestras casas y nos juramos que saldríamos mejores, como si ficcionando una utopía nos olvidábamos de la distopía real. Sabemos que tarde o temprano llegará otra pandemia, quizá peor que la del covid. ¿Lo haremos mejor? No.