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Fallidos

La gestión preventiva de la segunda dana que ha azotado, aunque con menor intensidad, estos días la península ibérica demuestra dos cosas: que, como los gatos escaldados, los políticos también huyen hasta del agua fría; y que las cosas se pueden hacer bien a poco que se atienda a la ciencia, fluya la (buena) información, se sigan las recomendaciones de los expertos, se esté al pie del cañón, se alerte y se informe a la población, se conozcan las herramientas disponibles, se coordinen los equipos y labores y, en fin, se lidere la situación. Eso, indudablemente, salva vidas. Aunque solo sea una: vale la pena. En todo caso, lo que se ha hecho durante esta segunda dana ha demostrado que si en la anterior ha habido algo fallido no es el Estado –la comunidad autónoma, el autogobierno, es Estado– sino la gestión, o los gestores. Nadie se imagina a un lehendakari que en una situación de crisis así no asuma el liderazgo y el control de la situación, como ya hizo Carlos Garaikoetxea en las inundaciones de 1983. Como nadie se imagina ni al lehendakari ni al líder de su partido exigiendo al Gobierno español que sea el ministro del Interior el que tome el control, por encima de las competencias que corresponden al Ejecutivo vasco. En el Estado español, algunos aún creen que el autogobierno es un chiringuito para cosechar aplausos, pedir más dinero –pólvora del rey– y hacer politiquerismo y, si vienen mal dadas, echar la culpa a Madrid. Autonomismo fallido, sí. Ni por historia ni por cultura política, nadie aquí se imagina que un responsable institucional no asuma su responsabilidad si ha fallado en una crisis así. Corría el año 2005 –ha llovido, con perdón...– cuando un muerto accidental –un conductor atropellado– en una situación inédita del llamado hielo negro en la A-8 durante una nevada para la que, sin embargo, se habían previsto distintas contingencias provocó la dimisión del diputado foral del ramo, más por esa bien entendida responsabilidad política que por “culpa”. Feijóo es ya el líder fallido de un partido que se asoma a la irresponsabilidad.