LAS redes (anti)sociales, los impunes manipuladores profesionales del bulo, los populistas carroñeros de móvil e internet ya habían difundido profusamente que el asesino encapuchado de Mateo, el niño que fue apuñalado mientras jugaba al fútbol en Mocejón (Toledo) era extranjero, por decirlo de manera suave y por señalar lo menos posible, al contrario de lo que ellos hacen. Ya me entienden. El individuo, a día de hoy aún presunto, fue detenido ayer. Y no: era español, aunque le buscarán ancestros por cualquier continente. Utilizar la tragedia para la propaganda y su guerra cultural es muy ruin.
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