Llega la hora de planificar las vacaciones. Vuelos, trenes, precio de la gasolina, hotel, apartamento, camping. Cuántas opciones encima de la mesa y cuántos condicionantes para escoger una u otra alternativa. Quizás vayamos a descansar pero los previos son estresantes. Y a medida que aumenta la familia, cada vez más prohibitivos. Dichosos los que pueden disfrutar de su relajo laboral en junio o setiembre. Incluso en octubre, cuando llevamos años con un tiempo excepcional. La diferencia de coste de viaje con julio y agosto es insultante. Pero tenemos insertado en el chip que hay que marchar. Vuelvo a pensar “¿Y turismo interior?” Quizás.