EL Festival de Cannes –que pronunciamos Cans, pero ese es otro, el de O Porriño, donde van a homenajear a Kepa Junkera– ha proyectado la copia restaurada en alta resolución, de Tasio, la entrañable película de Montxo Armendariz. La historia de este carbonero navarro es a buen seguro una de las cintas que más he visto en mi vida, si no la que más, y siempre consigue agarrarme las entrañas. Han pasado 40 años de su estreno y sigue siendo tan fresca y real como sus personajes. Será melancolía, o la constatación de que hay oficios, como el del carbonero, que se van al limbo de la historia.
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