NO sé si habrá muchos días en los que, como ayer, más de un millar de alemanes estén en plena madrugada en el centro de Berlín ante la Puerta de Brandeburgo. ¿Qué hacían? Fumar. Marihuana. Eso, y celebrar que su país ha aprobado una nueva ley que viene a legalizar la tenencia de cannabis y el cultivo en casa de esta planta a pequeña escala y para uso propio. “Precaución, fumetas”, rezaba un cartel. Felices, daban vivas a la libertad –Ayuso, toma nota–, ajenos al debate sobre los riesgos sanitarios de esta medida. Quizá pongan controles de fumeteo a la puerta del Bundestag.