UN programa de televisión español ha diseñado –diseñado es la palabra, sí– una presentadora mediante inteligencia artificial para conducir uno de sus concursos de mayor audiencia. Resta decir que la chica es una belleza, claro, con rostro y sonrisa perfectos. Aparte de volver a caer en los cánones de belleza que cosifican a la mujer, la cadena de televisión traspasa una línea muy peligrosa. La ciudadanía debe saber que lo que ve a través de la pantalla es real. Luego, cada cual decidirá si compra o no el producto. Pero darle incluso un nombre propio a una persona diseñada nos introduce en un juego muy peligroso. Al tiempo.