EL matrimonio infantil es una de las mayores lacras contra los derechos de las niñas en todo el mundo. Se trata de una práctica muy arraigada en muchas regiones del planeta, ya que hoy en día se calcula que hay alrededor de 640 millones de niñas y mujeres que han sido obligadas a casarse antes de cumplir los 18 años. Sabemos, además, que una de cada cuatro niñas o adolescentes menores de edad han sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas.

Son cifras terribles que reflejan la falta de oportunidades vitales de cientos de millones de niñas que han visto interrumpido su desarrollo y su derecho a decidir sobre su propia vida. Y, hoy, Día Internacional de la Niña, resulta clave reflexionar sobre la envergadura del problema y nuestra obligación de combatirlo e invertir en programas y acciones que cambien su futuro y sus oportunidades de vida.

Desde Unicef Comité País Vasco trabajamos con el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa en un proyecto para promover la equidad de género y los cambios sociales y culturales en Mozambique, uno de los países con tasas de matrimonio infantil más altas en el mundo, donde el 53% de las niñas se casa antes de cumplir los 18 años y el 17% antes de los 15. Un proyecto que ha rescatado en el último año a más de 200 adolescentes del matrimonio infantil, y ha abordado 441 casos de violencia basada en género, sobre todo en la región de Nampula. Pero, además, ha implicado a 290.000 jóvenes en diálogos comunitarios sobre el matrimonio infantil, la violencia sexual y nuevas masculinidades.

Porque tan importante como identificar los casos de matrimonio infantil y violencia es sensibilizar a la sociedad que los ampara sobre la gravedad del problema, ya que a pesar de que el matrimonio infantil está prohibido por ley en Mozambique, la práctica sigue muy extendida, sobre todo en zonas rurales.

Se trata, además, de un momento clave para hacerle frente, ya que el matrimonio infantil se ha incrementado en todo el mundo tras la pandemia: antes de 2020, 100 millones de niñas estaban en riesgo de sufrirlo en la próxima década, ahora 10 millones más podrían estar en riesgo debido al impacto del covid-19 en los sistemas y redes de protección.

Sin embargo, a pesar del imperativo de prevenirlo, una revisión de 2022 de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) informa de que solo el 0,07% de esa ayuda se destinó en 2020 a la lucha contra el matrimonio infantil. Por eso, me gustaría reivindicar, hoy más que nunca, que alcanzar la igualdad de género y combatir este tipo de prácticas es una cuestión de derechos humanos y una condición previa para un desarrollo sostenible. 

Las adolescentes tienen derecho a una vida segura, educada y saludable, no solo durante esta etapa de la vida, sino también a medida que maduran y se convierten en mujeres. Si reciben apoyo efectivo durante la adolescencia, las niñas tienen el potencial de cambiar el mundo como mujeres empoderadas del mañana, como futuras trabajadoras, madres, emprendedoras, mentoras, jefas de hogar o líderes políticas. Hablamos de que hoy en el mundo hay 600 millones de niñas adolescentes de 10 a 19 años, el mayor número de la historia, que si contaran con los recursos adecuados, las oportunidades y un entorno propicio, podrían convertirse en la mayor generación de mujeres líderes y creadoras de cambio que el mundo haya visto jamás.

Presidente de Unicef Comité País Vasco