YA tenemos el primer gran impacto a nivel social del uso espurio de la inteligencia artificial. Los protagonistas son menores, tanto los autores como las víctimas. Es un dato demoledor. Unos niños han usado tecnología de inteligencia artificial para exhibir, con imágenes falsas pero “muy reales” –se supone que querrá decir “realistas”, y ya con el lenguaje tenemos el primer gran problema conceptual–, a otras niñas como si estuvieran desnudas. Ya nos habían avisado de los peligros de esta tecnología en manos irresponsables, y tenemos la prueba de ello. El problema es que nadie sabe qué hacer al respecto.