SE cumplen treinta años del asesinato de las niñas de Alcàsser. Descansen en paz Toñi, Miriam y Dessiré. Lo que les sucedió y cómo se retransmitió es imposible de olvidar. No podemos más que sentir bochorno por lo que fue una pugna despiadada por la audiencia a costa del dolor de tres familias y de todo un pueblo que se convirtió en un plató de televisión. Asistir a un espectáculo de semejante envergadura hoy nos parecería inadmisible. Aún con contadas excepciones de quien solo ve fortuna en el morbo, las familias tendrían protección y ayuda psicológica, habría protestas en la calle y, sobre todo, un profundo respeto por su dolor. Todo lo contrario que hace treinta años.