Tras su imagen angelical y ñoña, Nadia esconde una persona muy capacitada, bien formada, funcionaria de alto nivel y bregada en las arduas negociaciones de las instituciones comunitarias lo que, imagino, le habrá aportado una gran experiencia en la arena política que, dicho sea de paso, le vendrá de perlas para la lucha sin cuartel que se presencia en el Congreso español, día sí y día también.

Pues bien, esta señora, Nadia Calviño, ministra de Economía y además vicepresidenta primera del Gobierno central, ha sorprendido a toda la población con su faceta cómica, al revelar en el hemiciclo que ella, cuando va a hacer la compra, va buscando las ofertas y además afirma que ella, ya nota la bajada en los precios a consecuencia de las medidas en el IVA que ella misma ha impulsado.

No me negarán que la ministra no es salada, cachonda, chisposa y todos los calificativos que quieran añadir. Soltar la que soltó, la verdad, es reírse a la cara de la gente, de la gran mayoría que, frecuentemente, hacen la compra familiar y aunque, quizás, le sirva como respuesta ingeniosa en la melé política, dado que se dirigió a otros muchos que tampoco hacen la compra, no me negarán, que la angelical señora, sin levantar la voz eso sí, se ha descojonado de todos nosotros al afirmar que ella misma hace su compra y que anda buscando las ofertas. Les propongo que hagamos una colecta para que la ministra, la pobre, pueda llegar a fin de mes.

El despiporre provocado por la ministra de Economía, se suma al generado por las palabras, primero de la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y después, por la ministra de Asuntos Sociales, además de secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que conscientes de que la carestía de los alimentos afecta a toda la población y que es un tema habitual de conversación, incluso más socorrido que la meteorología, han decidido hacer bandera del tema y agitarla con fuerza, al menos, en esta época electoral permanente.

Las tres apuntan a lo sencillo, a lo rápido, como si el atajo les sacase del apuro electoral que la cesta de la compra les aprieta en el día a día. Mientras tanto, los temas de fondo, los estructurales, siguen sin abordarse y retrasados sine die.

Unas y otras, por no hablar de D. Luis, el ministro plano, saben que la carestía de los alimentos viene ocasionada, principalmente, por la subida de los costes de producción, tanto en el campo como en la parte industrial (energía y logística), como en la distribución pero, aún así, se niegan a tomar cartas en el asunto. Se niegan, o cuando menos, se ponen de perfil en el momento de poner coto al monopolio u oligopolio en las empresas de insumos donde cuatro empresas hacen y deshacen; se niegan a rebajar el IVA de los insumos que agricultores y ganaderos requieren para producir los alimentos; se niegan a dotar de mayor transparencia a la cadena alimentaria y así, mientras se recopilan y analizan los precios a los que los productores venden a la industria, se hace la vista gorda en el momento de conocer los precios de cesión, es decir, los precios a los que la industria vende a la distribución, medida con la que podríamos saber los márgenes reales de cada uno de los eslabones; se niegan a publicar los informes de costes de producción de los diferentes alimentos que debieran ser utilizados como referencia en las negociaciones de contratos; se niegan a meter mano en la posición de dominio que las principales cadenas de distribución tienen en el conjunto del sector alimentario y así, suma y sigue.

Como son incapaces o no quieren abordar las cuestiones estructurales, se va a lo sencillo y demagógico, se fija la diana en la distribución, leña al mono que es de goma y una vez establecido el objetivo de su pim-pam-pum, recurriendo a lemas sencillos que tocan la fibra, o, mejor dicho, la cartera, se opta por agitar las masas y ganarse el favor de la gente más vulnerable.

Las medidas de fondo, las difíciles, en las que hay que enfrentarse con los que verdaderamente mandan, ésas, se quedan para más adelante, y para que no se note la espantada, entonces, nos ponemos la pancarta de montera y a la calle, a calentar el pópulo.

* Miembro del sindicato ENBA