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Biribilketa

Iñaki González

Crisis y críticos

Puede sorprender que el lehendakari haya dado la vuelta al concepto de crisis que se ha convertido en mantra para hacer oposición metiendo el miedo en el cuerpo sobre el sector público vasco que, dicho sea de paso, nunca ha gozado de mejor salud, más recursos y mecanismos de estabilización de plantillas y servicios. Lejos de negarlo, Urkullu ha adoptado el concepto de crisis pero con datos. Y habla de una crisis de crecimiento en, por ejemplo, Osakidetza. Como el lenguaje es muy sabio, se explica con facilidad acudiendo a la etimología, palabro muy útil para entender el sentido último de las cosas que se dicen, aunque quienes las digan a veces no lo sepan.

Crisis procede de kríno, que en griego significa cambio, mutación; y criticar, emitir un juicio sobre algo después de examinarlo en profundidad. La crisis, por tanto, puede ser una mutación a mejor y el juicio que los críticos emiten sobre ella es fruto de un examen profundo. Es decir, tan necesarios son los críticos capacitados para emitir un juicio como la crisis para transformar las cosas.

El problema está en que los juicios se hagan en ausencia del análisis o de espaldas a él. En torno a Osakidetza y a la educación pública hay una tormenta de críticas pero pocos razonamientos sostenidos tras un juicio profundo y contrastado con datos objetivos. El discurso que denuncia genéricamente la crisis de lo público en Euskadi no se apoya en la inversión ni en la valoración medible del funcionamiento de los servicios sino en alimentar estados de ánimo y percepciones sociales. Así, a los necesarios críticos los sustituyen criticones, adjetivo que etimológicamente describe a quien critica indiscriminadamente, y los criticastros, que emiten juicios sin estar capacitados para ello. Como el que suscribe, claro. Pero reconocer la enfermedad es parte de su tratamiento y hay demasiado infectado tratando de contagiarnos de lo suyo.