ANDO mirando a qué precio pueden estar los marcapasos puesto que, últimamente y cada vez más frecuentemente, me llevo unos sustos que me dejan el corazón y el sistema arterial bastante tocados. Sorpresa tras sorpresa y susto tras susto, por lo que, para curarme en salud, he decidido hacerme a la idea de que lo mejor será ir poniéndome un marcapasos para mi debilitado corazón.

Hace unos diez días, en Ordizia se celebró una feria extraordinaria denominada Euskal Jaiak (Fiestas Vascas), donde las miles de personas que se acercaron a la villa pudieron ver, degustar y comprar los mejores productos de la tierra y magníficos ejemplares de ganadería y, además, un concurso-subasta de queso de oveja latxa que organizan de forma conjunta la Cofradía de Ordizia del Queso Idiazabal y el Ayuntamiento de Ordizia. Un concurso-subasta minuciosamente organizado y perfectamente ejecutado que concita el interés de la inmensa mayoría de medios de comunicación y que, por eso mismo, resulta ser un gran trampolín publicitario para el ganador, esta edición, la quesería La Leze de Ilarduya.

Ahora bien, esta presencia masiva de medios de comunicación atrae también a todo tipo de grupos e iniciativas que quieren dar cauce a sus propuestas y reivindicaciones. Uno de ellos fue el colectivo de ganaderos de la Sierra de Aralar que, hartos del ninguneo al que se ven sometidos por la Mancomunidad de Enirio-Aralar, se vieron, en cierta forma, obligados a exteriorizar sus reivindicaciones a modo de pancartas donde se reclamaba algo básico, que se les tomen en consideración.

Pues bien, el máximo responsable del Ayuntamiento, su alcalde, Adur Ezenarro, de EH Bildu para más señas, cargo que compatibiliza con la presidencia de la Mancomunidad de Enirio-Aralar, ordenó la retirada de las dos pancartas colocadas por los ganaderos en el frontón donde se celebró el concurso-subasta de quesos, al considerar que con dichas pancartas se ensuciaba el recinto que debía estar impoluto y libre de todas las reivindicaciones que, según una concejala del mismo partido, no tenían sentido ni cabida en una ocasión como aquella. No olvide, querido lector, que esta obsesión de la limpieza proviene de unas autoridades que pertenecen a un partido político cuyos ascendientes, movimientos y grupos cercanos llevan décadas engalanando las calles y edificios de nuestro país con sus pancartas, pintadas y demás habilidades artísticas.

Por lo visto, la feria extraordinaria y el concurso de quesos de pastor, en cuyo escenario luce todos los años un telón con la imagen icónica de la Sierra de Aralar, no es el escenario adecuado para que los pastores de la sierra se quejen pero, incomprensiblemente, esos mismos responsables políticos sí consideraron adecuada la entrada de una marcha pro-presos (pancarta y carteles en mano) en el corazón del concurso. A los pastores, portazo. A los presos, alfombra roja. Nada nuevo bajo el sol, que diría aquel.

Quizás el alcalde, al ordenar la retirada de dichas pancartas, pretendió acallar la voz de los ganaderos de la Sierra que, por lo que se ve, tanto le incomoda. Craso error. Los ganaderos, además de reivindicar condiciones dignas para desempeñar su trabajo en la montaña, pretenden poner en valor la labor que ellos y sus antecesores vienen desarrollando y la gestión de esos pastos montanos realizada por los ganaderos con su cabaña ganadera.

Además de poner en valor su trabajo y su aportación al medio ambiente y a la sociedad en general, los ganaderos denuncian que la Mancomunidad, regida por mayoría absolutísima por EH Bildu, se ha tragado la palabra dada por la ejecutiva guipuzcoana de EH Bildu a los ganaderos de Aralar en el año 2019 cuando, tras varios encontronazos y reuniones, viendo que el conflicto se enquistaba, mandó una carta a los ganaderos comprometiéndose ”a meter en el congelador” y mantenerlo allí quieto, el Plan de Gestión de Pastos impulsado a inicios de la actual legislatura por la Mancomunidad con el eco-impulso de uno y el silencio cómplice del resto de alcaldes de EH Bildu.

Así, cuando los ganaderos dicen que EH Bildu ha incumplido el compromiso es porque dicha Mancomunidad, en su última Junta, con la aprobación de una partida presupuestaria a tal fin, ha reactivado el proceso de elaboración del Plan de Gestión de Pastos que, siguiendo las pertinentes directrices, abogará por una reducción de la cabaña ganadera, aumento del arbolado y el desarrollo espontáneo de la biodiversidad que tanto les gusta, la zarza y la argoma.

Ahora bien, los responsables de EH Bildu, tanto los de la Mancomunidad como los de la Ejecutiva, deben ser conscientes de que con este nuevo impulso al Plan no hacen más que encender la mecha del fuego, cuando lo lógico, si tenemos en cuenta el reconocido sendero del pragmatismo que vienen recorriendo estos últimos años, sería que, a través de un acuerdo de base con el sector ganadero, verdadero gestor del territorio, se trazase una vía que compatibilice el cuidado de la naturaleza, la gestión del territorio y la actividad primaria.

¿Acaso será Aralar el único conflicto irresoluble de Euskal Herria?, me pregunta mi buen amigo Jon, y yo, desde mi ignorancia, le invito a lanzarle dicha pregunta a Arnaldo. l

* Miembro del sindicato ENBA