ACABAMOS de contemplar casi en directo un magnicidio con la sensación de estar viendo una serie de manga. Japón está lejos. No solo geográficamente: sus tasas de delincuencia y de terrorismo son de otro mundo. Seguramente por eso Shinzo Abe, ex primer ministro japonés aunque seguía teniendo predicamento político en su país, no tenía el blindaje de seguridad al que estamos acostumbrados por aquí. El modus operandi demuestra que alguien puede fabricarse una pistola en su casa y llegar a pocos metros de un líder político. Aterrador, como una serie de moda.
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