UÁNDO se perdió este hábito, cuándo se redujo su costumbre para que hoy lo miremos con cara de asombro? Ya en la antigüedad se hablaba de esta transfusión de conocimientos. ¿Acaso La Odisea de Homero no alberga al personaje de Méntor? Aunque en la historia épica Méntor no es sino un anciano en apariencia poco eficaz, la diosa Atenea toma su aspecto para guiar al joven Telémaco en su tiempo de dificultad. Los viejos caminos de la Humanidad están sembrados de ejemplos semejantes: el gurú hinduista que orienta; los ancianos de las sociedades más ancestrales; el sistema de maestro-aprendiz establecido en los gremios medievales; el discipulado practicado por el judaísmo rabínico e incluso en algunas etapas de la iglesia cristiana y así todo un enjambre de ejemplos han sembrado la historia con los eslabones de enseñanzas y aprendizajes que nos encadenan al progreso.

Algo sucedió, no está claro cuándo, como les dije, para que esa cadena se rompiese y hoy, en pleno siglo XXI, escuchemos al alcalde de una ciudad civilizada como Bilbao sus alabanzas en la XIII edición de Bilbao Mentoring, creada en 2008 por Bilbao Ekintza. No está claro dónde tropezamos pero me temo lo peor: la palabra clave que todo lo explica es el altruismo, un rasgo de carácter del mentoring de hoy. La gente intercambia conocimientos y necesidades de saber sin esperar a cambio un salario, una paga. Yo te enseño para que mejores tú y tú me preguntas para obligarme a pensar a mí. Iba a escribir que casi como en las cuevas de Altamira. Así debió ser siempre pero pronto empezamos a ponerle precio a las cosas, a todas las cosas. Y hoy, cuando uno parece dispuesto a compartir tiempo, saberes e inquietudes, ya nos parece que el hecho en sí es noticioso. Fue la propia civilización la que nos había guiado por el camino equivocado, me temo. Volvamos atrás.