irgencita, virgencita, que me quede como estoy". Cuán frágil es la vida. No me refiero únicamente al propio valor de la vida en sí, que es lo más grande que tenemos. Sino a los miles de componentes que desde que nacemos y crecemos se impregnan en nuestro ADN y su alteración evidencia de manera cruenta lo vulnerables que somos.
Me cuenta una amiga el accidente que, afortunadamente con final feliz, ha tenido su hija pequeña. Cómo las 24 horas siguientes al lamentable suceso se convirtieron en una pesadilla de la que ahora queda el susto del que reponerse. Y así, tras un día entero ausente en un mundo que no se para por nada ni por nadie, se encuentra con las polémicas declaraciones de la consejera Sagardui sobre que la falta de médic@s anticipa un cambio de modelo en Osakidetza.
Precisamente en el mismo momento en el que ella solo tiene bendiciones por el trato recibido en unas urgencias, las de Vitoria-Gasteiz, sobre las que se han realizado profundas modificaciones y que, cuando se anunciaron, llevaron a mensajes poco menos que apocalípticos sobre el caos al que iba a verse sometida la población gasteiztarra.
Osakidetza lleva años en un cambio de modelo. Quizás no recordemos cuando, por ejemplo, había odontología, pediatría y ginecología en toda la red ambulatoria. La falta de personal para cubrir estos y otros puestos ha conducido a una progresiva unificación de servicios en determinados puntos que ya obligan al paciente a "moverse más". Sin que nada haya pasado hasta ahora.
Gotzone Sagardui no ha hecho más que decir en voz alta lo que es una realidad mucho más visible ahora tras la pandemia. Admito que la consejera podría haber dicho lo mismo con otras palabras para evitar la alarma. Pero no sirve de nada conjugar el verbo indignarse en todas sus formas. Ahí no está la solución, sino en el diálogo y la proposición.
El temor a que las cosas cambien es natural. Lo que conocemos es lo que nos da seguridad y, cuando se altera, genera incertidumbre. Demuestra, como decía al principio, lo frágiles que somos. Si incluso el más ateo canta aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy", por algo será. l