N total son 55 personas las que se han embarcado en las planchas que pretenden acceder al Palacio de Ibaigane. Uriarte, Barkala y Arechabaleta, en este orden, han empleado 24 horas para dar a conocer quiénes son los socios que les acompañan, una información que parece obligatoria, de recibo que se diría, si bien la verdad es que no es fácil determinar qué alcance posee, cuál es su verdadera trascendencia, de qué forma y hasta dónde cala e influye entre los socios saber la identidad de ese casi medio centenar de opositores al gobierno del club.

Más allá de la empatía que cada aspirante a directivo pueda generar en sus entornos más próximos, se supone que la cualificación profesional se convierte en otro aspecto a considerar. No en vano es una información que aparece subrayada en la propaganda que las candidaturas remiten a los medios de comunicación. Lo que pasa es que si uno revisa uno por uno el currículo y especialmente el puesto de trabajo de los 53 que posan sonrientes en la foto de grupo correspondiente, llega a la conclusión de que, sin ningún género de dudas, estamos ante un colectivo de gente bien situada social y económicamente; la mayoría con estudios superiores y titulaciones diversas, ocupando cargos o responsabilidades distintivas sobre todo en el mundo de la empresa privada.

Hablamos pues de perfiles que por descontado corresponden a hombres y mujeres a los que les va estupendamente. Qué otra cosa cabe imaginar si, encima, al margen de sus ocupaciones todavía son capaces de sacar tiempo que dedicar al Athletic.

Los criterios que funcionaron durante décadas a la hora de diseñar directivas, al menos desde que se celebran elecciones en el club (en épocas anteriores todo se cocía en círculos más cerrados), eran similares a los de hoy. Por eso, sobre el papel y si no se rasca un poco, tampoco resulta sencillo encontrar peculiaridades o características que ayuden a establecer diferencias sustanciales entre las listas que ahora tenemos entre manos. La razón es obvia, se ha explicado profusamente: manda el denominador común expuesto en el párrafo anterior, pese a que por supuesto sea posible detectar una minoría que carece de máster o no dirige firma o despacho alguno. O sea, dicho con gran respeto, no es imposible hallar gente más corriente, más llana si se prefiere.

Del grupo que secunda a Uriarte, acaso quepa destacar justo lo que el presidenciable quiso que fuese destacado: el vínculo de todos los miembros con el líder por haber coincidido en la etapa estudiantil o en la laboral. Vínculo que, lógicamente, proyecta una imagen uniforme, de bloque compacto, sin fisuras, compuesto por individuos cortados por idéntico patrón, también en cuanto a la edad, lo que contribuye a reforzar los lemas de su campaña: "renovación", "modernidad", "nuevas generaciones". En última instancia, "transformación" de una institución que ningún miembro del equipo, salvo una mujer, ha tenido ocasión de conocer por dentro.

Esto último es una virtud y una ventaja, según ha expuesto Uriarte. Desde luego, dicha opinión es susceptible de ser debatida a fondo por cuanto versa sobre un valor que no suele ser superfluo, independientemente de cuál sea la actividad, y se llama experiencia. Lo que no admite discusión es que aquí sí se plantea abiertamente una diferenciación clara entre las listas de Uriarte y de Barkala. En la de este, además de que también figura una exfutbolista, aparecen cuatro personas que estuvieron en Ibaigane con distintos presidentes: dos con García Macua, uno con Urrutia y otra con Elizegi, de cuya sombra se apartó hace poco por discrepancias frontales en la gestión. Claro que habrá posturas divergentes entre los socios al estimar la calidad o la conveniencia de la aportación de gente que ya ha ejercido como directivo, pero también Barkala da sentido a su incorporación cuando habla de transversalidad y de fomentar la unión de la masa social.

La historia enseña que las planchas como tales no mueven ni por asomo lo que el nombre de un entrenador, de un director técnico, de un fichaje. A menudo, la clave de la campaña descansa precisamente en el acierto de los candidatos en la selección de los profesionales que se ocuparán del área deportiva. Es el estímulo ante el que reacciona el de a pie, el socio. Es por lo que se valoran las candidaturas. l