A llegado la hora de medírsela. La cola, digo.¡Ay, no, no! Perdón que ya veo que esto está quedando algo escandaloso. Quería decir que se acerca el momento de las comparaciones (nada, que no hay manera de escabullirse de este laberinto en el que me he metido con los dobles sentidos...) de la lista de cada candidato a la presidencia del Athletic donde se alternan propuestas y nombres propios, planes de futuro y remedios para el corto plazo. Llega el Athletic a la recta de meta sin entrenador en el banquillo (y eso inquieta...) pero llega con los nuevos estatutos aprobados, algo que alivia. La ley aprobó ayer miércoles la cuestión: los sueños de los tres candidatos a la presidencia, a la insignia de estrella que les condecore como sheriff del Athletic, son legítimos. Serán tres, en efecto.

¿Comenzará ahora la refriega, la balasera ¿O veremos nosotros, los y las mortales en rojo y blanco, la constatación de que sí, de que en algún momento, sí somos un club diferente? Hasta que no se ha oficializado la carrera al sillón los modales han sido impecables. Pase usted. No, no, ni hablar. Usted primero. ¿Qué tal se encuentra? No nos pisemos. Es todo tan gentil, tan correcto, que se diría que los candidatos no pertenecen a este mundo electoral, tan embadurnado de reproches, zancadillas y navajazos. ¿Será verdad que somos diferentes? Es hora de demostrarlo.

Ahora llega otra hora, la de la verdad. Ahora es el momento de hablar a calzón quitado, de exponer ante los socios cuál es el plan de cada uno. Qué hombre se sentará en el banquillo de San Mamés y quién gobernará en las oficinas y campos de Lezama. ¿Habrá o no relevos en el primer equipo? ¿Hasta dónde, con qué profundidad? Es lo esperado y lo justo y necesario, por supuesto. Lo que uno teme, no por los candidatos sino por los antecedentes de otras elecciones de cualquier tenor que hemos vivido, es que todo se dispare. ¡Cuesta tanto darse cuenta que el desafío es llegar a la cumbre, no dar codazos a otras expediciones en la cordada!

Barkala, Uriarte o Arechabaleta. Uriarte, Arechabaleta o Barkala. Arechabaleta, Barkala o Uriarte. Acostumbramos a tanta suspicacia que la sola enumeración de los candidatos exige un orden flexible, no va ser que alguien piense que... Sería hermoso ver a cada uno exponiendo sus ideas, sus proyectos y los apellidos que le acompañan. Sería tan rojiblanco pensar que cada uno de los rivales tiene buenas ideas, buenos proyectos, buenos compromisos. Ya sé, ya, que peco de ingenuidad. Que eso es una utopía. Y es hasta posible que me hablen de un deseo milagroso. Qué se yo, como que se haga carne el viejo sueño de que el Athletic gane alguno de los títulos de la triple corona: una liga, una Copa o un título europeo. ¿Y por qué no? ¿Acaso no estamos educados en la fe de que el Athletic no es un milagro sino un ejemplo? A esa fe les invoco.