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¿De crisis en crisis hasta la crisis final?

A diferencia del resto de Europa aquí el nuevo PP de Feijóo lo tiene muy claro, van a llegar a los diferentes gobiernos sean autonómicos, municipales, o estatales de la mano de Vox. Mientras, las izquierdas siguen a lo suyo con sus prácticas cainitas y a veces suicidas, que han provocado que fuera un verdadero milagro pudieran gobernar

nivel planetario en los últimos tiempos no acabamos de salir de una crisis e inmediatamente sin solución de continuidad entramos en otra aún peor.

De la económica de 2008 salimos a trancas y barrancas con una sociedad más debilitada, con mayores desequilibrios e injusticias, posteriormente sin dejarnos a penas respirar llegó la del Brexit, que puso en grave riesgo el futuro mismo de la UE.

La guerra de Siria provocó una marea de refugiados hacia una Europa entre perpleja e incapaz de absorberlos, mientras el Mediterráneo se convertía en una enorme fosa común.

La epidemia de covid coincidió con las anteriores y cuando ya parecía que salíamos del túnel apareció, dejándonos sin apenas aliento, la invasión de Ucrania por Rusia provocando una última, por el momento, esta de componente humanitario, político, económico e incluso de ética y valores.

Intercaladas entre ellas estamos sufriendo una crisis ecológica que afecta a la salud de nuestro planeta, a nuestra casa común, poniendo en riesgo nuestra propia supervivencia como especie.

Conviviendo con todas ellas aparecen otras que pueden parecer menores pero que no lo son, como la que sufre la política actual y especialmente las izquierdas de aquí y allí.

Las últimas elecciones presidenciales celebradas en Francia el pasado 24 de marzo, han confirmado que el avance de la extrema derecha, al menos en Europa, sigue con paso firme a costa de una izquierda debilitada ideológica y electoralmente.

No es algo coyuntural sino que tiene un claro carácter estructural y harían bien las fuerzas progresistas en analizarlo de esta manera.

Los Orban en Hungría, Le Pen en Francia, Morawiecki en Polonia o Abascal en nuestro país han venido para quedarse. Su ideología también, así como su intención de llegar al poder.

Sus características de populistas de extrema derecha suponen un peligro para nuestra democracia europea y ese populismo que les impregna, les está permitiendo obtener apoyos en forma de votos de sectores que hace muy poco apoyaban a partidos de izquierdas, o progresistas.

Este fenómeno ya se observó en las elecciones en Madrid el pasado año, donde en lugares como los pueblos del antes denominado cinturón rojo, hubo un trasvase hacia la extrema derecha no sólo desde el PP, sino que también desde PSOE e incluso Podemos.

Habría que recordar que este fenómeno ya fue observado anteriormente también en Francia en lugares como Marsella y lamentablemente desde la izquierda no se analizó en profundidad, con un espíritu autocrítico. Ahora nos toca sufrir sus consecuencias.

Quizás durante años hemos ido esquivando tantas balas que al final una nos dará en plena cabeza.

Resulta curioso que una parte del potencial de apoyos que les llega a esa extrema derecha crecida sea desde la juventud. Lo que también nos debería llamar a la reflexión.

Si observamos los pocos líderes que nos quedan, los pocos ideólogos e intelectuales que aún sobreviven, todos ellos superan la sesentena. Jeremy Corbyn, 72, Bernie Sanders, 80, o más recientemente Jean-Luc Mélenchon, 71.

En nuestro país apenas alguno como José Antonio Pérez Tapias, 67, Javier Pérez Royo, 77, o Luis García Montero, 66, mantienen las esencias clásicas.

Mal panorama para el futuro, especialmente teniendo en cuenta que las delgadas líneas rojas que impedían pactos de gobierno entre las derechas extremas, han saltado por los aires con el reciente acuerdo en Castilla y León entre PP y Vox.

A diferencia del resto de Europa aquí el nuevo PP de Feijóo lo tiene muy claro, van a llegar a los diferentes gobiernos sean autonómicos, municipales, o estatales de la mano de Vox.

La experiencia piloto de CyL se aplicará en Andalucía en Junio, también en Madrid y si les dan los números en el gobierno del estado.

Mientras, las izquierdas siguen a lo suyo con sus prácticas cainitas y a veces suicidas, que han provocado que fuera un verdadero milagro pudieran gobernar.

Pero de nuevo vuelven a las andadas de convertirse en una jaula de grillos.

La aparición de Podemos hizo albergar la esperanza de un espacio tranquilo y consolidado a la izquierda del PSOE, pero sus raíces de jovenzuelos subidos que piensan vienen sabidos, han traído lo peor de la política, está por ver si de manera definitiva o no.

Emerge las últimas semanas aquella máxima de Lenin, "izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo".

Su comportamiento dentro del gobierno, con la honrosa excepción de Yolanda Díaz y las gentes venidas del PCE e IU, ha dejado mucho que desear y a veces han sido profundamente deshonestos.

La gota que ha colmado el vaso ha sido su actitud frente a la crisis, otra, provocada por el caso Pegasus y las escuchas a políticos catalanes y vascos.

Escuchar a Echenique pidiendo cada vez que abría la boca la dimisión de Margarita Robles, produce estupor. Tirar piedras contra el tejado del gobierno no parece lo más inteligente en el momento actual.

Mientras, Feijóo y Abascal han estado con perfil bajo, porque no necesitaban más teniendo al propio Echenique, Belarra, o Montero haciendo el trabajo sucio. Por otro lado la imagen dada en Andalucía ha sido lamentable. Son cuatro y mal avenidos.

Así pues la situación está clara con matices por el lado de la derecha, con un Feijóo y su espacio consolidado con los únicos obstáculos viniendo desde Madrid y una izquierda en conflicto que debe entender, que o arregla pronto sus averías, o lo probable es que ese buque no llegue al puerto de 2023 y si lo hace no salga nunca más de él.

Arreglar esta situación pasaría por:

1. Recomponer el gobierno de coalición acallando voces como Echenique, Belarra, o Montero, al igual que la externa de un Pablo Iglesias, ziriqueador mayor del reino y potenciar las de Yolanda Díaz o Garzón.

2. Recuperar la mayoría que apoyó al gobierno mejorando las relaciones con la periferia, ERC, Bildu y PNV, aumentando en calidad y cantidad la comunicación y acuerdo con ellos.

3. Procurar evitar errores como los ocurridos con la votación de la reforma laboral, o la crisis de las escuchas.

4. Realizar un trabajo serio y eficaz para conseguir el control de la inflación, los precios de los carburantes, o la luz.

5. Y fundamental, que Pablo Iglesias recupere la sensatez y generosidad que demostró al irse y deje de poner palos en las ruedas que debiliten al gobierno. Que evite pasar a la historia como un traidor a la causa de las izquierdas.

Viene una buena época para el empleo y la economía, especialmente si el covid no nos da un nuevo susto y la guerra en Ucrania termina con rapidez. Aprovecharlo sin errores debe ser prioritario.

La pelota está en su tejado, si la izquierda reacciona seguirá gobernando, de lo contraria será inevitable un gobierno PP-Vox; aquí y allí, provocando una nueva crisis que un día será terminal. l

* Exparlamentario y concejal de PSN-PSOE