Arooj y Anisa viajaron desde Terrassa a su aldea de origen en Pakistán a ver a la familia y a razonar. Querían una vida propia y se encontraron con una muerte brutal. Habían rechazado los matrimonios concertados con sus primos pero su hermano y su tío habían comprometido su palabra. Así que las asesinaron simulando un honor que nunca tuvieron, disfrazando de tradición y de voluntad de Dios un puro negocio de explotación de ambas mujeres: se trataba de que sus primos se asentaran legalmente en Catalunya. Qué náusea tiene que sentir su Dios ante otro feminicidio cavernícola.