IGAMOS que reunirse es un comienzo, permanecer juntos es un progreso y trabajar juntos es un éxito. Esa es la ley original de la solidaridad, una cualidad humana que hoy en día se vislumbra en primera línea de fuego, visto cómo Rusia ha equivocado sus maneras. Al fin y al cabo, la política, bien entendida, se parece más al comercio que a la guerra. O al menos debiera parecerse. Tiene más de competencia que de confrontación. Necesita la concertación de voluntades.

Como todos los valores, la solidaridad también tiene diversas maneras de entenderse. Si pudiéramos responder a qué es la solidaridad con palabras y utilizar el diccionario para ello, diríamos que es la actividad de adherirse a una causa o a una lucha que se considera justa y valiosa. Pero, ¿acaso quedamos satisfechos con esa respuesta? ¿La solidaridad se puede expresar en palabras o son más bien actos? Valores como la solidaridad no sólo se expresan con palabras sino con acciones, imágenes y creaciones. Es por ello que todo lo que estamos viendo ahora en Bilbao, con gente dispuesta a echar una mano a Ucrania sea como sea es aplaudido una y otra vez. Tal ve algunos, muchos, no tengamos el ánimo o la fuerza necesaria para acercarse a esa tierra de fuego pero no se escuchan voces de reproche. Con tanto horror y tantas dificultades vistos desde fuera no hay quien se atreva a poner un pero a la gente valiente.

La solidaridad no es un acto de caridad, sino una ayuda mutua entre fuerzas que luchan por el mismo objetivo. Tenemos que ser conscientes de esto. "Un médico atendiendo con delicadeza, con ternura, libre de prejuicios y creyendo en la solidaridad de la raza humana, está alabando a Dios", nos dijo Abdu' L-Bahá, un profeta persa. Oírle hoy le pone a uno la piel de gallina, Siente cuánta razón tiene.