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El bombín roto

La capa de la invisibilidad

Marcelino considera que es el cuarto lateral diestro de la plantilla cuando antes no

CORRIÓ por la banda de los que esperan hace ya unas semanas y San Mamés, al reconocerle -que existía el riesgo de que no lo hiciese, de tanto tiempo como llevaban sin verle...-, comenzó a cantar "Ander CapaEn realidad no fue una proclama universal de todo el campo sino un cántico que nació en la tribuna sur y poco a poco fue creciendo sin llegar a hacerse un coro. Más que un reproche a Marcelino. La realidad es que el destino le ha puesto por delante a Oskar De Marcos, Iñigo Lekue y Alex Petxarroman. El orden lo establece el entrenador y en estos momentos para Marcelino Capa es el cuarto lateral derecho de la plantilla cuando antes no, para algunos una situación asombrosa.

Se extrañan de no verle más a menudo. Como si Ander estuviese investido por aquella capa de la invisibilidad que popularizó Harry Potter. Se pueden fabricar con pelo de demiguise, una criatura mágica que posee el poder de hacerse invisible. Sin embargo, como Xenophilius Lovegood le dijo a Harry, Ron y Hermione, las capas de invisibilidad hechas de esta forma poco a poco pierden su eficacia, ya que el pelo de demiguise se vuelve más y más opaco. Este tipo de capas también se pueden fabricar a partir de una capa de viaje común, encantada mediante un encantamiento desilusionador o un maleficio deslumbrador excepcionalmente fuerte. A Ander, sospecho, le dará la impresión de que lo suyo es un encantamiento desilusionador. Más allá de lo que ocurra en los despachos, no parece que Capa esperase estar un año sin olerla.

Es una de esas retorcidas historias que de vez en cuanto se cuentan alrededor de las hogueras del fútbol. "Érase una vez un futbolista que desapareció..." cuenta y canta la voz cantante en este caso. No conviene escucharla mucho más, no sea que uno caiga en la turbulencia de las pesadillas.

No es hora de enredarse en esta historia. Más al contrario, al Athletic el tiempo de los dulces sueños a nada que pueda sumarse al carrusel de los que aspiran a la vieja Europa. Está a un paso, sí. Pero hay que darlo. Este fin de semana el Athletic jugará contra un Betis asombroso que vive una temporada de ensueño. Ahí es donde el Athletic puede meter el dedo en el ojo, puede tocar los... Llega con el hambre de la necesidad al Villamarín y eso siempre alimenta.

¿Qué Athletic se verá en Sevilla este fin de semana: el que se crece ante la adversidad o el que se encoge ante la oportunidad? Esa es la duda que se escucha estos días en Bilbao tras la victoria frente al Levante que reaviva una ilusión. Hay que pedirle que no emplee la capa de la invisibilidad de la que les hablaba antes, que se deje ver valiente, al ataque, más poderoso en lo físico que un Betis que va desgastándose y más centrado que un Betis que está disperso en varias competiciones. No será fácil, es evidente. Nunca lo son estos partidos a cara o cruz, a cara de perro. Pero los leones ya han vivido algunos así a lo largo de su historia. Tienen ante sí el partido del perdón, dicho sea en el argot de esa Semana Santa que ya se acerca. Si gana en Sevilla al Athletic le quedarán seis partidos en San Mamés y cuatro fuera de casa, con una semana de descanso entre uno y otro y en una posición asequible para el asalto. Hay que pedirles que al menos lo intenten. Con toda su alma, con toda su fuera, con toda su convicción. No hacerlo no tendría perdón de Dios. Lograrlo nos metería de lleno en el sendero a la gloria.