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Biribilketa

Iñaki González

Leyes tuyas o mías

ACERSE valer, empoderarse, es un proceso largo porque no basta con llamar la atención; hay que acreditarlo con solvencia para darle credibilidad. Ahí, las prisas no son buenas consejeras.

Y tampoco es lo mismo empoderarse uno por sí mismo o misma que hacerlo a la sombra de los intereses de otro, por muy cercano que sea a ti. En política, el recién llegado a la primera línea tiene necesidad y prisa por visibilizarse. Esa prisa es razonable pero se puede caer en lo que, con todo el respeto, llamo el síndrome del cachorro, que necesita dejar su señal en cada esquina para que los demás sepan que ha pasado por ahí.

En la relación reconstruida con empeño y buenas dosis de pragmatismo entre PNV y PSE de la mano de Idoia Mendia y Andoni Ortuzar, hay un relevo en el lado socialista que no acaba de tomarle la medida a las esquinas del barrio. Algún bandazo que otro ha dado Eneko Andueza en su afán de tomar distancia de los acuerdos, como si hacerse valer consistiera en no apoyarlos. Ha cogido el control de un coche que ya estaba circulando y parece olvidar que, en las rectas, no hace falta mover el volante. Se gesta un desencuentro en materia legislativa en el Estado por las leyes básicas de Sánchez que olvidan el modelo descentralizado, pero eso no debería afectar a las que, en Euskadi, hay que encarar. Andueza no ha levantado la voz en defensa de las competencias frente a las leyes que no le han consultado sus mayores en Madrid pero pone sordina a las que se construyen con participación de su partido en Euskadi, como la de Educación.

No se trata de buscar empates entre las leyes de unos y otros -si criticas las mías, me hago el interesante con las tuyas- puesto que todas afectan a la ciudadanía vasca. Pero, llegado el caso, las leyes de Sánchez no son más del PSE que las del gobierno del que es parte en Euskadi. La cicatería en ese aspecto no acredita influencia. Los resultados, sí.