URANTE ocho meses, una mujer de 22 años se ha dedicado a mandar miles de mensajes en las redes a Candela Peña en los que expresaba su admiración/decepción y amor/odio por la actriz, llegando incluso a amenazarla de muerte. Vigilaba y controlaba los movimientos de su víctima y sabía dónde estaba y qué hacía en cada momento. Incluso llegó a publicar una foto de su hijo, amenazándole de muerte. La mujer ha sido detenida, pero el hostigamiento se ha convertido ya en algo innato en las redes sociales, como prueba una larga lista de ejemplos durante los últimos años que, sin embargo, no han servido para tomar verdadera conciencia de ello. Y lo sufren no solo personajes populares como Candela Peña, Justin Bieber, la cantante Chanel o Verónica Forqué, que acabó quitándose la vida tras recibir multitud de insultos y comentarios ofensivos en su cuenta de Instagram. El ciberacoso afecta también a uno de cada cinco niños en edad escolar. La red ofrece anonimato al acosador y permite que se prolongue sin que la víctima se decida a pedir ayuda. Y la situación sigue empeorando; los especialistas denuncian que la violencia virtual se ha incrementado durante la pandemia, con las consiguientes consecuencias: ansiedad, estrés y depresión. La gravedad de la situación exige una respuesta de la sociedad a la altura de la soledad de las víctimas. Urge tomar medidas ante la impunidad de los acosadores.
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