INGUNA lección de Sortu sobre policías democráticas. Mucho menos para justificar su visceral rechazo a la Ertzaintza. En libertad, el monopolio de la fuerza lo tienen las instituciones democráticas. La violencia ilegítima que reclamó para sí ese monopolio está demasiado reciente y en el debe de la izquierda abertzale como para admitirle a Arkaitz Rodríguez que ponga fiel a la balanza entre lo punitivo y lo democrático. La verdadera distancia no es la que ve entre la Ertzaintza y una policía democrática sino la que separa a Sortu de la ética democrática.
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