DESPUÉS de presenciar el partido quizá no haya ni ganas de buscar explicaciones. No ya para la derrota, sino para lo que ocurrió de principio a fin. En realidad, fue tal la suficiencia con que el Madrid despachó el asunto que no merece la pena darle vueltas. Mejor con y sin balón, mejor al ralentí y a la carrera. No hubo ni color. A la esperanza que generaban los últimos duelos con el conjunto de Ancelotti se sumaba a esa euforia que brota en cascada cada vez que el Athletic, todo apuntaba a otra clase de final, pero pronto se comprobó que también el Madrid sabía que era una final. El nuevo campeón de la Supercopa se puso el traje de faena, el mismo que luce desde el verano, y que nadie piense en una vestimenta distinguida o llamativa, qué va, del tipo de la que utilizan los que a diario fichan en una oficina. En el preciso instante en que el árbitro silbó para empezar a correr, el Madrid se limitó a decir alto y claro "aquí estoy", se concentró en hacer su trabajo y se acabó la historia.

El espectáculo duró un cuarto de hora a lo sumo, el rato en que el Athletic fue capaz de equipararse apoyado en su acreditado balance defensivo y se atrevió a poner algo de vértigo, con varios intentos de réplica a la iniciativa rival. Luego se asistió a un paulatino ordeno y mando del Madrid, sin estridencias ni acciones excesivamente profundas, pero suficiente para dejar su sello e ir minando la confianza de unos futbolistas que se olvidaron de la importancia que tenía el hecho de insistir en acercarse a saludar a Courtois, para eludir que enfrente se lo creyesen. Puede catalogarse de correcta la puesta en escena del Athletic en cuanto a que cerró todas las vías hacia Simón en ataque estático del Madrid, pero esa era solo la mitad del plan.

El Athletic - Real Madrid, en imágenes. Fotos: Athletic Club y AFPSin la otra mitad, sin valentía y velocidad en los turnos de posesión, al Madrid le bastaba con aguardar a su oportunidad, que siempre llega porque, no se olvide, es el Madrid. Así que cerca del intermedio halló el espacio necesario para galopar sobre la llanura con el Athletic reculando y Modric puso el pelotón donde el portero no puede intervenir. Cuando armó el chut, había ocho defensores en el área, ninguno le tapó. Seguido, el único con recursos para buscarse la vida en la red que los blancos tejieron en posición de repliegue, Sancet, fintó y lanzó un derechazo que salió a un metro de la escuadra más alejada para Courtois. Se encendió una lucecita. Por qué no iba el cuadro de Marcelino a reaccionar, a alterar el orden impuesto por unos jugadores a los que incomoda correr, sufrir. Con medio encuentro por delante, por tiempo no iba a ser.Sin embargo, tras el paso por vestuarios la versión fue decepcionante. Un Athletic contemplativo, dubitativo, impotente ante los rondos que el Madrid proponía en cualquier zona del terreno. La presión, esa famosa arma, no funcionaba. De modo que tampoco extrañó que en otra jugada demasiado parecida a la que originó el primer gol, el Madrid fabricase el segundo, previa consulta arbitral. Nada que alegar, penalti de libro. Para entonces, Nico Williams correteaba sobre el césped sin que su aportación trastocase el guión. A ver, el chico es bueno, pero no deja de ser un chico y por lo tanto pretender que arme el taco un día y al siguiente también, esto es, que asuma tan ricamente el rol de revulsivo no es de recibo. Si encima quienes teóricamente cargan con la responsabilidad de señalar el camino al grupo están ausentes, pues apaga y vámonos.?? Orgullosos por ser como somos, por competir como competimos, con nuestra elección. Orgullosos de ser ???????????????? ????????Con nuestra forma única de entender el fútbol.Beti zurekin.#AthleticClub ?? pic.twitter.com/4EJ29gfDH4— Athletic Club (@AthleticClub) January 16, 2022Marcelino hizo los cambios de cromos que acostumbra, de nuevo tres de golpe, los mismos dentro y los mismos fuera. El efecto apenas se apreció. El Madrid perseveró en su afán de enfriar el duelo, gozaba de una ventaja abismal en el marcador, y aunque el Athletic por una mera cuestión de orgullo incrementó su empuje, Courtois siguió inédito. El partido terminó en campo del Madrid y Raúl García dispuso a dos de la conclusión de un penalti para poner picante a una final sosa a más no poder. Ahí sí que Courtois sacó a relucir su inmensa envergadura en su única contribución al título, dato que ahorra mayores disquisiciones en torno al partido de los rojiblancos, impotentes para sostener el pulso que le echaron al Madrid en diciembre, tanto en el Bernabéu como en San Mamés. Recordar este detalle procede porque el problema de ayer domingo no fue que las gradas saudíes clamasen al unísono en favor del Madrid, qué va, sencillamente el Athletic estuvo desconocido. Una perita en dulce, un colectivo despersonalizado que nunca estuvo en condiciones de discutirle el título a su eficiente adversario.

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El Athletic - Real Madrid, en imágenes

al Madrid le bastaba con aguardar a su oportunidadModric puso el pelotón donde el portero no puede intervenir. Sancet, fintó y lanzó un derechazo que salió a un metro de la escuadra más alejada para Courtois Se encendió una lucecita. Por qué no iba el cuadro de Marcelino, tras el paso por vestuarios la versión fue decepcionanteLa presión, esa famosa arma, no funcionaba. tampoco extrañó que en otra jugada demasiado parecida a la que originó el primer gol, el Madrid fabricase el segundo, previa consulta arbitral.Nico Williams correteaba sobre el césped sin que su aportación trastocase el guión. el chico es bueno, pero no deja de ser un chico

Marcelino hizo los cambios de cromos que acostumbraEl efecto apenas se apreció. Courtois siguió inédito. Raúl García dispuso a dos de la conclusión de un penalti para poner picante a una final sosa a más no poder. Courtois sacó a relucir su inmensa envergadura en su única contribución al títuloel Athletic estuvo desconocido. Una perita en dulce