L día a día nos empuja a pensar en lo mío, lo que me afecta a mí y, en todo caso, a las personas que más cerca tengo. Pero ahora más que nunca vemos que la interconexión de las personas que vivimos en este planeta es real. Para lo bueno y para lo malo. No hace falta echar mucho la vista atrás para recordar eventos como la tormenta Filomena, las inundaciones de nuestro entorno de finales del pasado otoño, sequías e incendios cada vez más habituales y más graves, eventos consecuencia de la crisis climática a la que hacemos frente y la cual, deja claro que hay comportamientos y decisiones que, aún siendo individuales, tienen impacto a nivel global.
Estas situaciones no se van a redirigir si no llevamos a cabo cambios de mentalidad y actitud de todos los agentes: es fácil, desde nuestro cómodo sofá, pedir que sean las empresas y los gobiernos quienes hagan o dejen de hacer. Y deben hacerlo, por supuesto, las empresas y gobiernos tienen mucho que hacer, pero no pueden hacerlo solos. Las personas también debemos cambiar los modelos de consumo haciendo que nuestros hábitos y nuestros comportamientos sean más sostenibles. Toda la sociedad debemos actuar en una misma dirección: tenemos que adaptar y corregir nuestros modelos de consumo para que los cambios sean reales.
Pero no solo es fundamental el cambio de mentalidad para revertir el daño sino que estos modelos hacen referencia a todos los aspectos de la vida. También a evitar el decrecimiento que algunas voces prevén. Considero imprescindible recalcar que la sostenibilidad está directamente relacionada con el desarrollo económico de nuestras comunidades y de nuestras ciudades, con la garantía de empleos de calidad, y con el impulso de ecosistemas de innovación. El cambio de mentalidad y de manera de consumir tiene impacto en toda la Agenda 2030, en el desarrollo de nuestra sociedad y los retos de futuro que tenemos delante.
Elegir actitudes de consumo sostenibles asegura que el precio que pagamos es justo, que las políticas de gobernanza, sociales y medioambientales que están detrás de ese precio son justas. En otras palabras: facilitamos que se paguen sueldos dignos, de que se garanticen las condiciones laborales de quién está detrás, que se desarrolle la economía local y, además, ayudamos a que lo que entra en nuestras casas sea producto de cercanía, de personas que nos rodean y en cuyas condiciones de vida podemos incidir de manera indirecta...o incluso directa en muchas ocasiones.
Esto es fundamental porque si algo hemos de aprender de la interconexión es que las personas han de estar en el centro. Todas y cada una de las personas somos agentes de cambio y para que el cambio sea una realidad es imprescindible que seamos capaces de, efectivamente, integrar todas las visiones: jóvenes y mayores, personas migrantes, personas con necesidades especiales; todas las personas y todas las voces cuentan. Construyamos entre todas y todos soluciones para favorecer espacios donde no sobre nadie y ninguna persona se quede atrás.
* Directora de BBK Kuna