O era este el gran paso que se le pide a EH Bildu en relación a la violencia de ETA. No era lamentar de nuevo, compartir de nuevo el dolor ajeno, como si fuera consecuencia de un accidente. Era pronunciarse sobre la condena ética a lo que una vez fue la estrategia compartida con ETA. Eso no lo ha hecho. A Otegi le extraña que no todos se sumen al coro de voces blancas por interés táctico que rodea a su performance en Aiete. Que parece que el lehendakari está enfadado donde él ve motivo de alegría. Ocurre que en Euskadi se ha temblado mucho con las consignas de sus huestes alegres y combativas en el pasado.