L minuto a minuto de la pandemia dura ya tanto que deberíamos manejarlo con perspectiva, aunque solo sea para no entrar en la perversa dinámica ciclotímica del subidón en los valles de los contagios y la depresión en los techos. Lo digo porque simpre habrá quien vea la botella medio llena y quien esté dispuesto a bebérsela. Porque la vacunación avanza, la transmisión retrocede y augura que escampará. Pero tan peligroso sería negar que el momento aún lo marca la presión hospitalaria como pretender que, cuando descienda, habremos ganado. Otra vez y van cuatro.