N las últimas semanas en la previa a la final de Copa entre dos de los equipos más vascos más importantes de fútbol, se han acentuado las críticas, los reproches y los comentarios insidiosos en las redes sociales. Sin duda, la final de Copa es algo más que el más común de los derbis, pero, a la vez, no podemos olvidar que tenemos más en común que aquello que nos separa. Se trata pues de algo más que un derbi, pero mucho menos que una guerra.

Los tiempos de las rivalidades regionales se enumeran desde la fundación del mismísimo fútbol en la Campa de los Ingleses o en la playa de La Concha. Primero fueron los viejos duelos entre el Arenas y el Athletic, incluso entre el Athletic Club y el Bilbao, el Sporting de Lutxana y el Zorroza, el Barakaldo y el Sestao y así hasta un infinito de ellos en las viejas e incipientes campas pegadas a los grandes núcleos industriales. También en la vecina Gipuzkoa se mascaba la tragedia en cada partido entre el Racing de Irún, La Unión Ciclista o el Eibar. Todo ello en un ambiente de fair play y pasión mezcla de bombín y txapela, unión en ocasiones entre el que vino y el que ya estaba.

Pero luego hubo más cosas que acentuaron la unidad y la pertenencia a un colectivo diferente y diferenciado. La olimpiada de Amberes, la lucha contra el fascismo, la creación de la selección de Euskadi, la sucursal de Madrid, la resistencia en pleno franquismo, el obligatorio cambio de nomenclaturas, la recuperación de la Ikurriña, la lucha por libertad, la creación de Euskal hintzak, el euskera, la defensa de la unidad territorial a través del balón, la incorporación de la mujer a los clubes y tantas otras cosas que nos resultan más cercanas y comunes que lejanas y de otros y otras. Que el balón no divida lo nuestro. Que el balón solo ensalce nuestra pasión. Y es que no podemos olvidar que somos un pueblo. Estamos juntos en la lucha por la oficialidad del fútbol como justa consecuencia de una lucha en común de un pueblo que se mueve entre las fronteras del Adur y el Ebro. Un pueblo que no cree en fronteras y un grupo humano que cada vez que se junta alrededor de un derby lo hace para divertirse y para seguir hermanándose. Si convertimos los debates de los medios en cuestiones que nos dividen olvidaremos porque seguimos estando aquí. Tenemos la suerte de contar con Osasuna, Alavés, Eibar, Real y Athletic en primera masculina y en primera femenina Eibar, Real Sociedad y Athletic. La final de Copa es una consecuencia de todo ello. Cualquiera podía haber estado, pero cualquiera también podía haberse quedado fuera. Gero gerokoa, pero el sábado a disfrutar y bailar juntos. Un pueblo que baila unido no deja nunca la alegría de pertenencia. Incluso cuando lo hace alrededor de un balón. Eso sí, como se suele decir, que gane el mejor y, en este caso, el Athletic Club.

* Jone Goirizelaia, Eñaut Barandiaran, Sabin Arana e Ibon Cabo