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El bombín roto

¡Está que arde!

IJERON del Athletic que vivía de su historia. ¡Mentira! El Athletic vive en la historia. Y siempre ha sido así, por más que a veces se hayan abierto largos paréntesis entre alirón y alirón. Después de todo, el júbilo verdadero solo se adquiere a costa de un dolor vencido. ¿O acaso no habrá que sufrir para vencer a la Real? Escaló el pasado año el Athletic hacia esta final que aguarda a la vuelta de la esquina por una escalera en llamas y, como era previsible, el acceso al último peldaño, sembrado de glorias, está que arde.

Desde aquí, desde este Nervión que estos días más que nunca envidiará al Guadalquivir, hay que recordarles a los leones que se es del Athletic desde dentro hacia afuera, volcándose, vaciándose. Nosotros, los desterrados hijos de la afición, veremos sin querer ver los defectos y aplaudiremos siempre las virtudes, enjaulados entre las cuatro paredes de la pandemia. A Marcelino le pido que en la última hora invoque al viejo libro del orgullo, la casta, la fe y la entrega más absoluta. No hará falta si le escucho a Iñaki Williams sintiéndose un día león herido y otro uno de los once aldeanos. Pero nunca menos que nadie. Así es como se es del Athletic. "Ser y nada más. Con eso basta", como gritó Walt Whitman a los cuatro vientos de la poesía.

Se es del Athletic por corazón: no hay oposición que aprobar que valga. Se es como aquel capitán de barco que entró en cierta ocasión en un puerto brasileño, enarbolando una bandera rojiblanca en su mástil porque el Athletic acababa de ganar ¡otra! final, creando entre los prácticos una confusión de órdago. Eso queremos que se repita: que flamee en lo más alto la bandera futbolística de este Athletic campeón.

A lo lejos se oye un eco que cabalga. "Nosotros somos la aristocracia del fútbol en la Euskadi de hoy, la grandeur a la francesa". No te dejes engatusar por ese canto de sirena. Tú eres el Athletic, el pueblo. No eres de nadie y eres de todos. Ese es el secreto de un Athletic capaz de emocionar a todo un pueblo. Están las banderas en todos los rincones de nuestra geografía. En nuestras aldeas y en nuestros pueblos marineros y arrantzales; en las calles y plazas de Bilbao. El Athletic ha puesto la proa de su pecho a una proeza y será difícil que encalle.

Escuchad, leones, al viejo libertador que tantas alegrías dio a su pueblo, al viejo Simón Bolívar que, sí, también vivió en Bilbao unos años. A vosotros os diría, jabatos, lo que les dijo a los suyos. "¡Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!". Sed valientes con la espada corta. Valientes y audaces. Ya voláis hacia Sevilla y desde Bilbao os miramos como siempre, con asombro, y con ese pellizquito de envidia de no poder estar allí, juntos todos. Cerrad los ojos y sentirnos porque allí estaremos, animandoos. ¡Aurrera, leones!