Síguenos en redes sociales:

Tribuna abierta

Iconos en el Golfo Pérsico

El fenómeno de la urbanización de los países del Golfo Pérsico a imagen del modelo de Dubái, con apuestas colosales y diseños arquitectónicos innovadores, no es meramente un proceso de desarrollo urbanístico en tanto se ve acompañado de implicaciones de carácter social, cultural, religioso incluso, que condicionan la misma identidad de estos países y cuestionan la futura sostenibilidad de los proyectos

N los últimos años, un gran número de ciudades del mundo árabe y musulmán (en Egipto, Túnez, Marruecos, Catar, Bahrein, Arabia Saudita, Turquía y otros paises) han venido compitiendo para imitar a Dubái en su esfuerzo sin precedentes por construir los edificios más altos y más grandes jamás erigidos.

Este fenómeno se ha descrito como "dubaización", el proceso de urbanización masiva de una ciudad con una arquitectura espectacular, grandilocuente, mastodóntica, futurista, pionera, a menudo descontextualizada y fuertemente disruptiva.

La dubaización es un proceso similar al "efecto Bilbao" en la medida en que refleja las ambiciones de los líderes urbanos por conseguir aumentar la visibilidad global de sus urbes y atraer así inversiones y turistas. Se ha venido asumiendo, a partir de un sesgo muy optimista, que ello mejoraría las posibilidades de desarrollo económico y calidad de vida de los ciudadanos.

Mi colega Leslie Sklair, de la London School of Economics, ha denominado esta instrumentalización global de la arquitectura espectacular "el proyecto icono", en su libro de 2017 con ese título (The Icon Project). Sklair adopta la crítica al esquema desarrollista basado en la arquitectura icónica que algunos habíamos propuesto y desarrollado hace casi veinte años.

Dentro de los Emiratos Árabes, en Abu Dhabi, los procesos de dubaización incluyen un nuevo Museo Guggenheim, diseñado por Frank Gehry e inicialmente programado para inaugurarse en 2012. Retrasos y problemas de todo tipo, que indican fallos de planeamiento y también controversias políticas y de orden religioso e ideológico, han impedido que el museo haya abierto a día de hoy. Parece posible que la edificación quede terminada en 2022.

El Guggenheim Abu Dhabi (30.000 m2), en la isla Saadiyat ("isla de la felicidad" en árabe), tiene el doble del tamaño del museo de Bilbao y doce veces el tamaño del edificio del Museo Solomon R. Guggenheim de Frank Lloyd Wright en Nueva York. Carol Vogel en The New York Times se refiere al diseño de Gehry en los Emiratos como "una elegante cascada de bloques de construcción de yeso gigantes y conos azules translúcidos".

En la fase de planeamiento, el coste del Guggenheim rondaba los 800 millones de euros en un presupuesto total de 27.000 millones de euros para el distrito cultural de Saadiyat. No sorprenderá decir que hubo numerosas críticas al proyecto.

Ramin Salsali, conocido mecenas de las artes y asesor del vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y emir de Dubái, Sheik Mohammed bin Rashid Al Maktoum, cuestionó la capacidad del museo para estimular la economía local y el desarrollo cultural, y para mejorar la reputación de Abu Dhabi.

Salsali estaba convencido de que la fundación Guggenheim debía pagar a Abu Dhabi por construir el museo en una ciudad globalmente conocida. Una vez se confirmó la realización del proyecto, abogó, sin éxito, por reducir su tamaño y evitar así costes excesivos.

Hubo también controversias de tipo religioso y político. La cuestión fundamental era si el tipo de arte moderno que exhibiría el Guggenheim podría tolerarse en una sociedad con fuertes restricciones a las manifestaciones artísticas no ornamentales. Aquí vemos una manifestación de las tensiones, que también se produjeron en el caso de Bilbao, derivadas del impacto de la globalización cultural en contextos locales.

Verena Formanek, gerente de Proyectos del Guggenheim Abu Dhabi, ha sido muy consciente de que el proceso de coleccionar y exhibir arte contemporáneo es difícil en el contexto de Abu Dhabi porque se trata de una inversión pública que no puede ir en contra de los valores del país.

Esta circunstancia, junto a los retrasos que sufrió el proyecto, favoreció que las decisiones acerca del arte que exhibiría el museo se tomaran lentamente y con numerosas interrupciones. Hubo tiempo para demorar las decisiones más controvertidas y para educar al público y prepararlo para contemplar y aceptar el tipo de arte que albergaría el Guggenheim.

Todo ello ha favorecido una gradual aceptación local del museo en Abu Dhabi. La directora cultural de Saadiyat, Rita Aoun Abdo, ha señalado con acierto que los museos deben desarrollarse orgánicamente dentro de la cultura local o, de lo contrario, su supervivencia podría verse comprometida.

Hubo también censura política derivada de los acontecimientos de la llamada "Primavera Árabe". La retórica oficial de los Emiratos Árabes fue favorable a, o comprensiva con, los movimientos de protesta pero, ya en 2012, el país introdujo restricciones al uso de redes sociales en Internet y encarceló a un numeroso grupo de islamistas acusados de planear un golpe de Estado en 2013. Este estado de cosas no favoreció la evolución de un proyecto cultural internacional como el Guggenheim.

En el emirato de Sharjah, a las afueras de Dubái, la censura política tuvo como consecuencia el despido de Jack Persekian como director de la Bienal de Sharjah, que planeaba mostrar una imagen considerada ofensiva para el emir de Sharjah, de religión musulmana Sheikh.

Entre los líderes y gestores del proyecto Guggenheim había una conciencia clara acerca de las controversias de tipo religioso que originaría el museo, pero nadie supo anticipar la Primavera Árabe y los problemas novedosos que ocasionaría para el desarrollo del proyecto.

No hay que olvidar, por otra parte, los multiples abusos a trabajadores extranjeros, en un país en el que la población no emiratí es mayoría. Los trabajadores extranjeros en Abu Dhabi comprenden el 85% de la fuerza laboral, y proceden principalmente de países cercanos como Bangladesh, Pakistán, Nepal, India y Sri Lanka.

Según un informe de Price Waterhouse Coopers, el 86% de esos trabajadores pagan tarifas ilegales de contratación a intermediarios. El 92% pagan sus propias tarifas de reubicación, incluidos los gastos de visado, alojamiento y viaje.

Según Human Rights Watch, a muchos de estos hombres jóvenes se les aseguró que en Emiratos trabajarían como camareros o empleados de hoteles, cuando en realidad acabaron en empleos mucho menos lucrativos en la industria de la construcción. Se les hizo creer que en Emiratos tendrían trabajos bien remunerados. Sin embargo, muchos viven y trabajan a menudo en condiciones extremas.

La fundación Guggenheim, New York University en Abu Dhabi y el Louvre (con un museo en la ciudad) insistieron en la necesidad de garantizar los derechos de los trabajadores para evitar discordias entre los miembros de los patronatos y para evitar también el rechazo de los mecenas y donantes privados.

El diario The Guardian realizó un informe de investigación en 2015 que revela la realidad de los trabajadores extranjeros en Emiratos, incluidos los trabajadores que construyen el Guggenheim. Las empresas retienen los pasaportes de los trabajadores inmigrantes, con lo que estos quedan completamente sometidos al arbitrio y las presiones de sus empleadores.

Se producen periódicamente conflictos y motines en los campamentos de trabajadores derivados de las deficientes condiciones de vida que tienen que sufrir. En 2014 decenas de trabajadores fueron deportados por ponerse en huelga para protestar por sus salarios y condiciones de trabajo. Los accidentes de trabajo son frecuentes y el cuidado médico no es precisamente ejemplar.

El Guggenheim Abu Dhabi es un ejemplo más de dubaización, un proceso que genera preguntas cruciales. ¿Cuáles son las consecuencias de esta estrategia de urbanización para el futuro de las ciudades árabes? ¿Qué tipo de vida social está surgiendo y surgirá de este modelo de desarrollo?

¿En qué medida puede afectar la dubaización a la identidad de unos países árabes que siguen fuertemente anclados en sus instituciones de gobernanza? ¿Hay algún futuro para la sostenibilidad en las estrategias de desarrollo de las ciudades árabes y del Medio Oriente?

Estas cuestiones no pueden responderse exclusivamente con las herramientas del urbanismo entendido como una extensión de la arquitectura o el diseño. Es preciso tener en cuenta el contexto causal y evolutivo de la socioeconomía y la geopolítica globales.

* U.S. Fulbright Professional Ambassador, Senior Research Scholar en MIT y Visiting Professor en London School of Economics