N nuestro país se habla poco o nada de contribuciones directas al entorno empresarial y de las actividades económicas por parte de personas vivas comprometidas con la Iglesia, y sin embargo tenemos tres casos actuales muy relevantes a los que queremos tributar un homenaje, ya que dos de ellos acaban de fallecer en Donostia durante las fechas navideñas: José Ellacuria, jesuita fallecido el día 9 a los 92 años, y Sabino Ayestaran, franciscano, catedrático emérito de la UPV/EHU, fallecido a los 84 años el día 27. El tercero es Txomin Bereciartua, sacerdote diocesano de 91 años e Ilustre de Bilbao, quien aún pasea todos los días por los jardines de Albia.

Coincidieron en vida con otros grandes agentes de la economía vasca y también sacerdotes, los padres Arizmendiarrieta y Gangoiti, quienes fueron creadores de grandes construcciones económicas vivas, aunque desconocemos si estos y aquellos se conocieron o compartieron alguna actividad o proyecto.

El profesor Santiago García Echevarría, ponente en el think tank Ícaro del año 2012, señalaba que, en Alemania, las grandes corporaciones invitan a teólogos para que ayuden a los ejecutivos a entender el mundo, y nos hemos dado cuenta de que también aquí existen algunas empresas y organizaciones que acuden a teólogos y personas de la Iglesia para recibir su consejo, como es el caso de Novia Salcedo y varias de sus empresas patronos.

Txomin Bereciartua se preocupaba sobremanera por la juventud en los campos de los valores, la educación y el acceso al trabajo ya desde los años 60 y de ahí surgió la energía para poner la primera piedra de la fundación Novia Salcedo en 1979, cuya seña de identidad es construir puentes sólidos por los que pueda transitar la juventud desde la culminación de sus estudios hasta cruzar la puerta de las empresas y las organizaciones, hasta alcanzar un empleo o hasta crear su propio proyecto empresarial. A los equipos que hemos colaborado durante estos 40 años con NSF, bien como ejecutivos bien como miembros del patronato, Txomin siempre nos ha recalcado los valores de acción, mucha acción, estar siempre a pie de calle; reflexión, compartir los proyectos, ir de la mano con la empresa; transparencia, ser sostenibles con una gestión impecable; y, cuando las cosas no van bien para los jóvenes, hacernos la pregunta ¿y qué puedo hacer yo para que mejoren las cosas? Txomin es un hombre bueno, un sacerdote que siempre ha estado en la frontera.

Sabino Ayestarán entró en contacto con la fundación en los años 90, cuando era el responsable de la UPV/EHU para los asuntos relacionados con la excelencia en la gestión, que más tarde derivaron en la EFQM.

Le gustó mucho la forma de ser y hacer en Novia Salcedo, así que nos tomó como campo de pruebas de lo que puede ser un modelo de gestión empresarial que concilia calidad e innovación, basado en los principios humanistas del respeto, equidad, escucha activa, liderazgo transformacional, responsabilidad de cada parte, equipo, y necesidad de generar y construir conocimiento compartido que dé nuevas soluciones a los problemas. Ese era su discurso a la Academia y al mundo empresarial consciente, como Hesiodo en “Los trabajos y días” que el camino de la virtud es largo, espinoso y lleno de obstáculos. En NSF estamos orgullosos de haber sido discípulos de este humanista que lo sabía casi todo sobre psicología de grupos. Le gustaba decir que ya podía morirse, pues había terminado de ayudar a NSF en su radical transformación de la gestión. En la fundación sabemos que en gran parte estamos vivos gracias a Sabino, un hombre bueno, un sacerdote que siempre ha estado en la frontera.

José Ellacuría aterrizó en Bilbao a medidos de los 90 tras ser expulsado de Taiwán por sus actividades “subversivas y revolucionarias” en el centro de servicio social Rerum Novarum, que creó en Taipéi en 1972 a favor de la dignidad de los trabajadores y calidad de sus puestos de trabajo. José lo mantuvo en pie, y no siempre gozó del apoyo de las estructuras eclesiásticas ni de muchos dirigentes y compañeros de los Jesuitas. Desde Vicinay entramos en contacto con él en 1995 porque nuestra empresa se había instalado, bajo una joint venture, en Cantón-Guandong en 1990 para fabricar cadenas navales, y nos ayudó a comprender el mundo chino, la psicología de las personas, la verticalidad de las decisiones, las formas de acercarse al diálogo, el grado de intervención de las autoridades políticas y su nula transparencia. Viajó varias veces con nosotros a Guandong, y gracias a su apoyo no salimos de China, cerramos la joint venture e iniciamos un proyecto propio. José era un hombre bueno, un sacerdote que siempre estaba en la frontera.

Queremos brindar un homenaje a estas y tantas otras personas heterodoxas que con principios humanistas trabajan sin desánimo para mejorar la sociedad. Hablamos aquí de tres hombres buenos que lo han hecho, en este caso de la mano de la palabra de Dios; del Dios de los cristianos.* Begoña Etxebarria es directora general de Novia Salcedo y Luis Cañada es presidente de Novia Salcedo y ex director general de Vicinay