ULPABLES. Necesitamos culpables. Un oportuno chivo expiatorio al que lapidar nos exime de muchas cosas, entre ellas de nuestra responsabilidad. Y si hay intereses (económicos, políticos, profesionales, ideológicos...), ni te cuento. La pandemia de covid-19 es el ejemplo perfecto, el espejo del dedo acusador. Que le pregunten a Fernando Simón, el punching ball preferido por algunos, pero que solo es uno más. ¿Qué es Simón? ¿Un "gestor" y por ello denostable? ¿Acaso no es médico como quienes piden su cese? ¿No es científico? Mucho más fácil: es culpable. Y punto.