ABÍAMOS, por desgracia, que el virus de nombre enrevesado (SARSCoV-2) era, además de muy contagioso, peligroso y asesino, también sumamente caprichoso. Lo que desconocíamos -al menos los que no somos ni vamos de expertos- es que era bastante cabroncete. Ha ido a instalarse en los cuerpos de los líderes mundiales del negacionismo del bicho y contrarios a las medidas para frenarlo: Boris Johnson, Jair Bolsonaro, Alexander Lukashenko y ahora, Donald Trump. Es algo apoteósico. Mis mejores deseos para el pueblo norteamericano.