ECUERDO cuando al campechano le sacaron su relación de fuerte amistad con Corinna Larsen. Lo más que se podía leer a las firmas más serias en la villa y corte era que la atractiva princesa parecía tener influencia sobre el entonces jefe del estado. Los menos pudorosos decían que al abuelo se le había arrimado una buscafortunas y que la Corona debía protegerse de la arribista. Una mala de melodrama, vamos. Hoy, está imputada por blanqueo y cohecho en torno a actividades que nacen o rondan el entorno del emérito. Parece que la amistad peligrosa ha acabado siendo él. El pobre.