ODRÍAser el título de una novela de quiosco o del antitaurino Eugenio Noel, pero no, es noticia del día, aunque no demasiado relevante, o más relevante para unos que para otros.

El citado Eugenio Noel escribió mucho contra los toros, en España y en América, provocando altercados y armando bulla, antes de cobrar del fondo de reptiles del Ministerio de Gobernación para sostener su arte de escritor y evitar desahucios y rescatar calcetines de la casa de empeños. Murió en la miseria en 1936. Le aburría tanto ir a cobrar la paga sucia que enviaba a su mujer y a los funcionarios les daba tanta flojera el pago que al final este lo realizaba el portero del edificio. Noel era un antitaurino que no se perdía una buena corrida con la excusa de que hay que conocer al enemigo. No soy un antitaurino combativo, pero va para cuarenta años que dejé de ir a los toros.

En Toledo, a Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo, una peña de artistas del ruedo, de probada experiencia cultural y en representación de mozos de espadas, banderilleros, picadores y monosabios, y hasta mulillas supongo, pues todos son artistas del espectáculo, le zarandeó el otro día el coche oficial y profirió insultos graves contra ella como puta, cerda, guarra de mierda y otros. Si a usted o a mí se nos ocurre hacerle eso a una ministra del PP, estaríamos en comisaría, aporreados y multados... Los tauromáquicos, no, que se sepa. Los tauromáquicos que se sienten postergados representan la esencia nacional y son los que nos dan la cohesión social que necesitamos para nuestra mejor convivencia, los que pacifican los exaltados ánimos de la patria de Caín. Los taurinos de la bronca callejera dicen que no se van rendir ni a bajar los brazos, por la democracia y por la libertad, contra el sectarismo y su dictadura ideológica que le niega sus dineros: "Siempre valientes", concluyen.

Se ha puesto de moda defender la democracia y la libertad frente a la dictadura ideológica de la izquierda, entre bocachanclas de las cátedras académicas, de las camorras políticas y de todos los saraos sociopolíticoculturales del país, que jamás en democracia han sido excluidos, vetados, calumniados o censurados -porque han tenido y tienen todas las palestras mediáticas que quieren a su disposición, los periódicos de mayor tirada, las editoriales, las radios...-, así que no solo los monosabios del ruedo están por la labor.

Hace unos días el portavoz de los artistas, el cultísimo Cayetano Rivera, reclamaba un ayuda, casi un sueldo social, para mantener su patrimonio, porque con lo que tiene por lo visto no le alcanza. Al poco, le descerrajaron una perdigonada mediática con sus posesiones inmobiliarias. No calló el chulo. La cultura ante todo, por eso cuando tienen mono de ruedo van a la gallera a ver herirse o matarse en el palenque a los gallos. Peleas en las que se apuestan grandes cantidades, como saben los que asisten a a las mismas; y si son clandestinas, mejor que mejor. De las de perros mejor no hablamos, pero haberlas, las hay y dan mucho morbo a los participantes por el ambiente canallesco y lo prohibido.

Insultos para arriba o para abajo, más zarandeo de coche oficial... con ser grave, dado encima el significado de esa ministra que planta cara al conservadurismo ya la reacción económica de la derecha, es que desde antes de la pandemia se ha ido viendo que los toreros se han convertido en voces autorizadas sobre lo que sucede en las trastiendas de las acciones de gobierno. No me extrañaría que montaran un partido, si Vox y los otros no les convencen del todo. Todo por la Patria, no, Todo por los Toros y por la Pasta. Los toreros hace ya meses que ofician de árbitros de la democracia española... Eso no se había visto desde la época del infame Fernando VII, que vivió rodeado de toreros, chulos, majas y gente del bronce.

Aquí manda el espectáculo, el flamenquismo de capote y espada, el tendido, tanto de sol como de sombra guapa, o eso es lo que a días parece el Congreso de los Diputados, donde hay políticos que parecen brindar sus discursos, hechos faenas, al tendido de sus colores, en busca de la oreja, del rabo y de la vuelta al ruedo mediático. Van faltando unos corredores de apuestas a pie de hemiciclo y unas bonitas salidas a hombros por la carrera de San Jerónimo. Tiempo al tiempo.*Escritor