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Mesa de Redacción

Susana M. Oxinalde

Decisiones

IVIMOS un determinado tiempo convulso donde todo se percibe en su desastre con una dimensión de titánica envergadura, sobre todo para los que tiene que tomar decisiones de este cariz. Adoptar una decisión difícil es una pauta obligada, exige pensar que no tomarla puede desembocar en un escenario y en un futuro que serán aún peor porque la realidad supera hoy a cualquier dogma. Y ahí están los que deciden, haciéndolo sobre lo que es lo justo, lo que es injusto y la prioridad en este mundo preso, lo mismo de certezas imposibles que del amarillismo televisivo. Porque todo cuenta. Frente a la posibilidad de ser juzgados por su proceder en esta emergencia desconocida, al final todo lo sentimental, lo humano, se cruza en la cruel toma de estas decisiones duras, difíciles en medio de la gestión diaria de la batalla, justo ahí donde lo urgente se impone a lo importante y la mente destila frío. Es como pedirle a alguien que decida con prisa sobre si quiere que le corten una pierna a fuerza del avance de la gangrena. La salud es injustamente otro algoritmo, ese que ahora toma decisiones difíciles sobre un país o un enfermo, en un hospital o por videoconferencia. Siempre alguien gana y alguien pierde en esta hora grave. El esfuerzo es extraordinario y se impone siempre un carro del que tirar. Y todo cuesta. No salgan. Hagan sus apuestas desde los balcones. susana.martin@deia.eus