TENÍA que pasar. Era más que previsible. Mientras sigue creciendo el número de afectados por el brote de listeriosis -tres muertos y cinco abortos de momento-, los políticos andaluces se han lanzado a la guerra, no contra la bacteria ni el culpable sino al interés propio. La Junta -del PP, y cuya incompetencia en esta crisis ha sido manifiesta- culpa al Ayuntamiento de Sevilla -del PSOE, claro, y del que también habría que hablar- de dificultar su actuación. Y los socialistas -claro- ya han pedido la dimisión del consejero de Salud, Jesús Aguirre. La política debería vacunarse contra muchas bacterias, una de ellas el navajeo oportunista.