Según la sabiduría popular, el hombre -ahora lo correcto sería decir ser humano- es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. No siempre he estado de acuerdo con esta afirmación -hay gente que es capaz de aprender de sus errores y no volver a cometerlos-, pero en lo que respecta a Nafarroa y el Partido Socialista Obrero Español, se puede suscribir hasta la última coma. Y dos, tres y tantas veces como se les ponga la piedra delante.

Si bien durante la noche electoral parecía que el PSN estaba llamado a convertirse en una suerte de intermedio entre el facherío navarro y el cuatripartito, ahora va a resultar que lo de Pepe Blanco en aquellos oscuros días de agosto bien puede repetirse y que el Partido Socialista puede convertirse, otra vez, en la mejor baza de una derecha que utilizó Nafarroa como campo de pruebas de la unidad electoral.

Para entender bien lo irónico de la situación hay que tener en cuenta que Na+ solo suma 20 de los 50 escaños, el resto se reparten entre el propio PSN (11), Geroa Bai (9), Podemos (2) e Izquierda-Ezkerra (1). Y luego ya los 7 de EH Bildu. Es decir, que la única manera que tiene Na+ de alzarse con la presidencia de la comunidad, si el resto votaran en contra, es que el PSN le apoye, al menos en parte.

Es decir, que quienes tienen previsto alzarse con el poder en todos aquellos lugares de España donde puedan hacerlo incluso con el voto favorable de un partido de dudoso poso constitucional como Vox, tienen la desfachatez de afirmar -como lo hizo el jueves la nueva estrella naranja- que es la “obligación moral” del PSOE regalar una comunidad como la navarra a la derecha, porque los socialistas navarros necesitarían de la abstención de EH Bildu para gobernar.

Sin embargo, no todos los componentes de Na+ son tan obtusos como Inés Arrimadas, y Javier Esparza en su visita a Felipe de Borbón se apresuró a ofrecer sus dos escaños a un Pedro Sánchez que, al más puro estilo Rajoy, está dejando que vaya pasando el tiempo sin hacer nada hasta que entre unos y otros se pongan de acuerdo para investirle presidente del Gobierno.

Y he aquí, probablemente, la auténtica piedra en el camino para una María Chivite, que al menos hasta que le llamen a capítulo desde Ferraz está haciendo lo que cabe esperar de quien tiene posibilidad de gobernar, esto es, mantener reuniones con quienes le pueden garantizar una mayoría suficiente para resultar investida.

Si Pedro Sánchez obtuviera los votos de UPN y como ya hiciera en la moción de censura se negara a sentarse con EH Bildu y ERC, por más que los medios afines al trifachito quisieran -que querrán- convencer a sus huestes de que la nueva presidencia del gobierno está dispuesta a romper España, la cosa se les va a poner complicada, y todo ello solo por traicionar a Chivite y volver a decepcionar al socialismo navarro que, a la vista está para el socialismo español, es insignificante.

Pero puede que no todo sea tan fácil y en este punto también habría que traer a colación a los otros dos protagonistas de esta historia que por más que sus votos se den por seguros todavía no han dicho ni esta boca es mía, esto es el PNV -dentro de Geroa bai-, cuyos votos son necesarios para Sánchez, y EH Bildu, que, lo mismo “se hacen un Vox” y si les siguen ninguneando cuando no menospreciando y no se sientan a negociar con ellos, deciden que su abstención no es tal y la repetición electoral empieza a ser una posibilidad real.

Habrá que ver cómo acaba el proceso de negociación y si desde Ferraz vuelven a demostrar que ellos son sobre todo de la unidad patria y del centralismo democrático, pero no deja de tener su aquél que quienes han reivindicado el navarrismo como bandera sean los responsables de convertirla, solo, en moneda de cambio para recuperar el poder.