INDICAR que la participación de las chicas en la Formación Profesional tecnológica es históricamente muy baja no representa, desgraciadamente, ninguna novedad. Ante esto, queremos comenzar una apuesta definitiva por el cambio de tendencia en la presencia de las mujeres en las ramas industriales de la FP.

Está claro que la primera tarea es tratar de visualizar experiencias ya existentes y convertirlas en referencias; convertir lo extraordinario en cotidiano mediante proyectos de visualización, de presentación, de difusión de experiencias de mujeres en puestos de trabajo relacionados con la industria. Experiencias cercanas, creíbles, actuales y contadas en primera persona y que ayuden a trasladar a la juventud mensajes claros de nuestra realidad laboral y de la aportación que las mujeres llevan a cabo actualmente en diferentes ámbitos tecnológicos. Y esta labor no concierne exclusivamente a los centros de FP sino a todos los agentes que interactúan de uno u otro modo con la juventud.

Únicamente el 35% de los y las jóvenes matriculados/as en la Formación Profesional de Euskadi son chicas, aunque, si tenemos en cuenta su presencia en los ciclos industriales, esta ni siquiera alcanza el 10%.

En una segunda fase, se debe llevar la información, el trabajo y el debate a los y las jóvenes, a través de los centros de formación, de las familias, de las empresas y de la sociedad. Hay que atinar, sin duda, en cómo trasladar estas referencias a nuestra juventud y, en ese sentido, los centros de Secundaria pueden representar un medio apropiado para ello, de forma que sean convenientemente trabajadas en el aula con los/as jóvenes y los/as adolescentes. El material diseñado puede ayudar a esta labor y está al alcance de todos los centros que quieran utilizarlo.

Paralelamente, hay que trasladar dichas referencias y debates a nuestras empresas hasta convertirlas en habituales de modo que todas las personas trabajadoras y usuarias de los centros de trabajo no solamente interioricen como normales estas presencias y referencias femeninas vinculadas con la industria, sino que evolucionen de ser entornos obstaculizadores para convertirse en espacios que favorezcan la propagación de estos mensajes.

Parece, por los datos disponibles, que, en general, los puestos de trabajo relacionados con la industria están mejor remunerados y son más estables, pero seguramente, también son los mejor posicionados para que las mujeres puedan crecer profesionalmente hacia un futuro, que, aunque imprevisible en cierto punto, es probable que se construya en buena parte desde la tecnología. Por consiguiente, no descartemos esa vía sin conocerla, por prejuicios, por inercias o por opiniones desacreditadas. Pero cuidado, hay que alertar que solamente el 44% de las plazas ocupadas por los y las jóvenes matriculadas en la Formación Profesional de Euskadi lo están en el ámbito industrial. Y nuestra industria necesita y sería capaz de absorber muchas más personas cualificadas, según se desprende del último estudio de Confebask sobre necesidades laborales.

Trabajar los estereotipos, por descontado, en el seno familiar y a edades tempranas, debe representar, si el objetivo es estabilizar los logros, un papel y un compromiso indelegable para madres y padres.

En una tercera fase y tras crear las referencias y trabajar sus entornos sociales y laborales (por ejemplo, convirtiendo en estratégicos los planes de igualdad de las empresas?) es preciso ayudar a las chicas que quieran dar el paso de explorar la ciencia y la tecnología, facilitándoles las condiciones del proceso, adecuando las políticas de educación y de empleo a este empeño y permitiéndoles ser partícipes de sus propias decisiones e itinerarios.

Y para finalizar, en una última fase habría que coordinar todas las acciones en marcha dirigidas a fomentar la presencia de las mujeres en entornos tecnológicos, ubicándolas dentro de un marco más global y con enfoque de país para hacer de Euskadi un territorio en el que el tratamiento de la igualdad de oportunidades, el aprovechamiento de la fuerza de las mujeres en el ámbito industrial y el asentamiento de una cultura exclusivamente fundamentada en la cualificación y el talento, sean parámetros clave en su desarrollo económico y social.

Este recorrido, lineal en su inicio, probablemente debería evolucionar hacia trayectorias helicoidales, retornando carencialmente a su inicio, a una casilla de salida cada ciclo mejor posicionada, mejorando y actualizando las experiencias y los referentes, cada vez más cercanos y creíbles, hasta hacerlos, en un plazo esperemos razonable, innecesarios.