La sociedad evoluciona y la fidelidad de los votantes hacia sus partidos decrece. Nadie vota por agradecimiento, sino por las ilusiones que un partido proyecta o por esas corrientes de fondo y forma que se configuran en cuatro años. Para cuajar todo eso están las campañas, como ariete contra el adversario, venta de espejitos o búsqueda de un argumento que debidamente machacado pueda impactar. Dicen también que en Inglaterra se ocupan de los animales porque previamente se ocupan de las personas. Aquí parece que ambas cosas son excluyentes como eso de ocuparse de los barrios y de la imagen de la ciudad. Y lo peor de todo, mucho más si sales en televisión, es que prometer es gratis, aunque nadie diga cómo se pagan esas promesas.

Hace cuarenta años, el PNV fue a las elecciones con el lema paraguas de partido municipalista. Fue creíble. Aguirre, alcalde de Getxo, luchó desde el municipio en la República para lograr el primer estatuto. El PNV dijo en 1979 que conseguiría que nos devolvieran el Concierto para Gipuzkoa y Bizkaia. Lo logró al año siguiente. Fue fundamental para sacar adelante unos ayuntamientos corruptos, arruinados y sin un duro. Mientras, el PSE miraba a Madrid, UCD vendía una España moderada y HB apoyaba a ETA. En ese clima, Jon Castañares fue el primer alcalde de Bilbao, tras cuarenta años de silencio, y lo primero que hizo fue poner en marcha el saneamiento de la ría, una cloaca navegable. Esta semana Aburto ha anunciado un plan para que la ría sea lugar de ocio. Cuarenta años de trabajo de hormiga y una buena planificación de los ayuntamientos presididos por el PNV han logrado esto. Un eje central de trabajo lo ha conseguido sin que se vean las obras y no solo el Guggenheim, ahí está la RGI, o Bilbao premiada como mejor ciudad europea en 2018, o ganadora del premio Computer World a la Innovación en el sector público 2013, o el premio a las mejores prácticas urbanas en Shanghái, o el World City Prize otorgado por Singapur, o primera posición del índice de transparencia internacional desde 2008, o el premio Europeo de Regeneración Urbana, aunque semejantes logros sean para la oposición el resultado de un Bilbao de postal.

Se entiende que la oposición aproveche el minuto de gloria para decir cualquier sinsorgada como esa de que Aburto se ocupa solo del centro de Bilbao, cuando en este momento el Ayuntamiento, con el Gobierno vasco, está dándole vuelta al Peñascal con una inversión millonaria y suprimiendo el paso a nivel de Zorrotza. Cuando no se tienen argumentos, parecería que en campaña hay patente de corso para mentir e ignorar que a cualquier bilbaino le gusta que sus leones rujan, y quiere también una ciudad de postal y no una ciudad con el gusto soviético de los candidatos de Bildu y Podemos, y, además cuantos más eventos internacionales en el botxo, mil veces mejor, porque entre otras cosas Bilbao es la capital del mundo. Quienes desconozcan este abecé de la villa, por mucho que se las den de progres, volverán a perder. Sinsorgadas, las justas.