LA taurina es una sustancia que interviene en la formación de la bilis y que se utiliza como estimulante en las bebidas energéticas. En ese caso, la taurina se sintetiza en el laboratorio, no hay que preocuparse ni del animal del que se extrae ni en el estado de ánimo en el que se encuentre, por si pudiera generar algún tipo de alteración de conducta que refuerce los lazos con los primates o los burros de quien abusa de esas bebidas. Corre el rumor entre los niños, seguramente fruto de una broma de hermanos mayores, que apunta a que la taurina es semen de toro. Así que me he visto obligado a aclarar a mis hijos que no hay ningún producto en el mercado con ese tipo de sustancias y de rebote también tuve que explicar al pequeño qué es el semen. Más allá del malentendido, lo cierto es que no puedo evitar relacionar la taurina con el exceso de testosterona política en los mensajes de esa extrema derecha que ha nacido para defender la unidad de la piel de toro hispanistaní. Anda desatado el partido del pistolero Abascal agitando la bilis de los ciudadanos más recalcitrantes encendiendo la taurina patriótica. Ahora que brota la sustancia fuerza sería momento de defender y apuntalar lo que se ha construido, poco o mucho, con años de esfuerzo. Pero la derecha está más interesada en sacar rendimiento de ese dopaje ideológico de testosterona bovina. Ha abierto las compuertas para que fluya el arroyo y permita que el agua inunde lo que sea necesario para volver a tocar poder.
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