¡Ya les vale!
A todos y todas que salen defensores a ultranza de la sacro santa Constitución Española de 1978, cuando lo único de verdad sobresaliente en dicho texto constitucional fue la desaparición de la “pena de muerte y la mayoría de edad a los 18 años”. Hay que reconocer que los más beneficiados de la Constitución Española fueron la iglesia, los bancos, la industria y las multinacionales. La Constitución española supuso el advenimiento de un tiempo nuevo, el problema es que no fue lo suficientemente “rupturista”; pues nos metía de rondón la monarquía y no rompía ni por esas con la derecha ni con el sistema anterior, por eso a estas alturas siguen manejando los hilos los mismos de antes. En los territorios vascos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la cifra de votantes estaba muy por debajo de la mitad del total de personas con derecho a voto y de verdad aquí “barrió la abstención”. Considerar la utilidad o inutilidad de una constitución en base a su antigüedad es simplemente un analfabetismo político e histórico; lo verdaderamente obligatorio y necesario es que la Constitución dé respuesta a las situaciones generales que van apareciendo sobre el territorio en cuestión. Lo que sí está superclaro, es que la vida eterna no está asegurada por ninguna Constitución del mundo