Recientemente, en el noveno Congreso sobre la Violencia contra las Mujeres celebrado en Sevilla, de forma discriminatoria, la ponente Yolanda Domínguez pidió a los hombres asistentes que, en base a su sexo y de considerarse feministas, pasasen a sentarse todos al fondo de la sala. Cuando un asistente protestó, Yolanda Domínguez replicó: “No sabes lo que es el feminismo, punto”. Incluso el sociólogo Erik Pescador sentenció: “No puede haber bandos intermedios. O estás a favor de la igualdad o estás a favor de la violencia”, tratando de culpabilizar a los hombres que no obedecían esta petición improcedente. Finalmente, ante este ejercicio de clara misandría y manipulación el hombre se sentó al fondo del auditorio. Las hembristas y sus aliados carecen de empatía cuando las discriminaciones y desigualdades las sufren los hombres. Pero reivindican al máximo las que sufren las mujeres. Esto se llama adoctrinamiento y hembrismo politizado. Por ejemplo, un hito histórico del sexismo feminista es la huelga exclusiva de mujeres con un 95% de accidentabilidad laboral mortal masculina. Igual que consagrar a la mujer como tema político, constantemente, a partir de informes y análisis realizados con perspectiva ideológica. Por eso pedir a los hombres que se coloquen en la última fila voluntariamente es vejarlos y marginarlos al pedirles que se conviertan en cómplices activos de su propia discriminación. Contrariamente a lo que opina Yolanda Domínguez muchos sí entendemos lo que es el feminismo actual. El feminismo actual es desigualdad y punto. Bien y bravo por los que contestaron y por los que no se levantaron: hicieron lo correcto al plantar cara a la estafa y tiranía violeta.
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