La activista inglesa Leah Manning, nuestra heroína, puso rumbo a Bilbao el 24 de abril de 1937. Tras diversas reuniones con el lehendakari -y jugador del Athletic Club de Bilbao- José Antonio Aguirre, planearon el traslado de niños vascos a Inglaterra. Bilbao estaba apunto de caer en manos de las tropas franquistas. De hecho, tan solo dos días después de su llegada al País Vasco, las bombas arrasaron Gernika. A la dos veces elegida parlamentaria británica, no le intimidaba la propaganda y amenazas vertidas contra su persona a cargo de Radio General. Tras cientos de telegramas entre Bilbao y Londres, y un trabajo inhumano, consiguió, en menos de un mes, lo imposible: la evacuación de 3.840 niños vascos. Tres mil ochocientas cuarenta vidas que viajaron desde el puerto de Santurtzi a Southampton, en un yate de lujo de bandera inglesa, el SS Habana. Ayer, tuve el privilegio de conocer a dos niños -ya nonagenarios- que viajaron en dicho barco. Imagínese usted que una señora, agarrándole su mano, le cuente de primera mano la sensación que le produjo llegar a Inglaterra como refugiada, el comer pan blanco por primera vez en meses, el no tener miedo de que le cayese una bomba encima? Imagíneselo. Y es que homenajeamos a la dos veces elegida parlamentaria británica en Homerton College, el college más grande de la Universidad de Cambridge, donde ella estudió maestría, y yo tuve el privilegio de realizar un posdoctorado. ¿Cómo no se me va a llenar el pecho de orgullo al saber que al menos, comparto eso con semejante heroína? Todavía se me saltan las lágrimas al pensar en el amor y cariño que sentía hacia los niños de la guerra, muchos de nuestros aitites y amamas. ¿Qué le movió a ayudar a los más necesitados? Necesitamos más Leah Mannings.
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