EN el discurso que el presidente Emmanuel Macron pronunció el domingo en el Arco del Triunfo de Paris, en el centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial, ante setenta jefes de estado y de gobierno, entre otras, pronunció las siguientes palabras: “¡El recuerdo de los sacrificios de nuestros soldados nos exhorta a ser dignos de aquellos que han muerto por nosotros, para que podamos vivir libres! Recordemos: No sustraigamos nada de lo que era pureza, ideal, principios superiores en el patriotismo de nuestros mayores. Esta visión de Francia como una nación generosa, de Francia como un proyecto, de Francia portadora de valores universales, fue en esas horas oscuras exactamente lo opuesto al egoísmo de un pueblo que solo ve sus intereses. Porque el patriotismo es exactamente lo opuesto al nacionalismo: el nacionalismo es traición. Al decir ¡Nuestros intereses primero y qué importan los demás!, borramos lo que una nación tiene más preciado, lo que la hace vivir, lo que la hace grande, que es lo más importante: sus valores morales”.

Yo me pregunto por qué valores lucharon los soldados alemanes. ¿Es que no lucharon también los alemanes para que sus compatriotas pudieran vivir libres? ¿No se pelearon, durante siglos, alemanes y franceses por la soberanía de Alsacia y Lorena? ¿En qué se diferenciaban los valores morales de los soldados franceses de los valores de los alemanes que se masacraron durante diez meses en Verdún? O, quizá, ¿serían los alemanes nacionalistas y patriotas los franceses?