Síguenos en redes sociales:

¿Los mismos errores?

El triunfo de Bolsonaro es también la versión brasileña de la crisis global de las políticas tradicionales, no muy diferente a las incertidumbres ideológicas por los cambios socioeconómicos de inicios del siglo XX

PRETENDER racionalizar el triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales brasileñas limitándolo al fenómeno personal, la respuesta al descrédito del PT por la corrupción o la consecuencia de la ralentización económica que ha aumentado en millón y medio el número de brasileños en la pobreza sería tanto como ignorar una gran parte de la realidad. Bolsonaro, aun siendo producto también de esas circunstancias, que ha sabido aprovechar, es sobre todo la traslación a Brasil de un fenómeno mucho más global: una crisis de las formaciones políticas consideradas tradicionales que quizá solo tiene precedente en el primer cuarto del pasado siglo, cuando las incertidumbres ideológicas posteriores a la Primera Guerra Mundial fueron incapaces de enfrentar el enorme cambio socioeconómico que se desarrollaba en Europa. La historia parece querer repetirse y convendría tenerlo en cuenta para no repetir también aquellos errores. De hecho, el repentino éxito de Bolsonaro con el PSL tras tres décadas ejerciendo la política representando a otros ocho partidos diferentes es la historia de la lenta descomposición de la izquierda y la derecha moderadas en Brasil después de trece años de gobierno de la primera (Lula y Rousseff) y dos de la segunda (Temer). Y la asunción del poder por el ultraconservador Ley y Justicia de Andrzej Duda en Polonia, de la Unión Cívica de Víktor Orban en Hungría, el acceso al gobierno de la Liga de Matteo Salvini en Italia, del FPO de Heinz-Christian Strache en Austria... e incluso la victoria del populismo de Trump, aunque esté insertado no sin enormes resistencias en la estructura del Partido Republicano, habían estado ya asimismo impulsados por las dificultades de las corrientes políticas tradicionales (liberalismo y socialdemocracia) para ofrecer recetas fiables frente al vértigo de la sociedad por los desafíos que presenta este siglo XXI. Un vértigo que sacude incluso la que se creía imperturbable estabilidad alemana. El crecimiento exponencial de Die Grünen (Los Verdes) y la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), que ya ha alcanzado representación en los parlamentos de los 16 lander, ha tenido un último capítulo en Hesse, donde el SPD ha cedido un 11% de sus votos y la CDU cae otro 10%, llevando a Merkel a anunciar que no se presentará a la reelección.