El rey es el símbolo de la unidad del Estado, según la Constitución española que aplicó la Ley Sálica para su nombramiento; heredó el título de su padre, que ha sido uno de los mayores vividores de la historia de este país, quien a su vez fue rey por la gracia del mayor dictador y asesino que ha existido, el cual dio un golpe de estado contra el legítimo Gobierno establecido que en esos momentos era la II República, causando más de un millón de muertos y desaparecidos de los cuales aún hay miles repartidos por la cunetas del Estado y finalizó su periplo con cuarenta años de terror institucional al estilo de la más pura dictadura militar. Subió al reinado según el Art. 57.1 de la Constitución española; esta remozada ley, que le aupó a la corona, data del siglo XVII y ya debería de haber estado abolida hace muchas décadas. Tiene pánico al conflicto catalán, ya que acto seguido va el vasco y por ahí se le escapa la flor y nata del Estado. Ha comentado recientemente que hubo una mayoría silenciosa en Catalunya pero que acabó saliendo a la calle y las urnas dieron la victoria a C’s. ¿Pero quién es él para opinar sobre resultados electorales? El Parlament catalán ha pedido la abolición de la monarquía y ha reprobado la actuación de Felipe VI, aunque el ejecutivo está barajando las medidas legales sobre esta decisión, como puede ser, la de recurrir al Tribunal Constitucional. Quim Torra ha enviado un mensaje a Felipe VI, en el que hace referencia a los acontecimientos protagonizados por el monarca respecto de Catalunya desde octubre de 2017 y le dice que nunca es tarde para pedir perdón a los catalanes. Váyase con dignidad y conserve y administre lo ya heredado de su emérito padre. Esperemos que el discurso navideño y una vez que se haya retirado sea este año el último.
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